La zona de confort tiene que ver con todas aquellas situaciones, buenas y malas, que forman nuestra rutina y por lo tanto, a las cuales estamos acostumbrados. Quedarnos en nuestra zona de confort implica que todo siga igual, y sin correr demasiados riesgos, quedamos inmersos en la costumbre.
Cuando decides hacer un viaje, las nuevas vivencias invaden por completo el itinerario. Nada se asemeja a nuestras rutinas. Actividades tan simples como salir a cenar y probar las comidas típicas del lugar, usar el transporte público o recorrer las calles se pueden transformar en aventuras inolvidables.
Nosotros, una pareja de argentinos adictos a los viajes y a la aventura, nos volvimos cuasi fóbicos a todo aquello que se hace rutina. Es por eso que les queremos compartir algunos tips, donde jugamos con la ironía, para pensar en nuestras rutinas y contagiarles estas locas ganas de viajar toda la vida. Porque después de todo, la vida misma es un viaje.