Una ciudad cuyo acervo atesora más de 3.000 años de historia, arte, cultura y grandes obras arquitectónicas ofrece muchos lugares para visitar. Dejando a un lado las iglesias, por el simple hecho de que hay más de 900 entre basílicas papales, basílicas menores y simples templos, aquí presentamos siete de los monumentos considerados como imprescindibles aunque, por supuesto, no son los únicos que vale la pena contemplar. Hablamos de Roma.
Coliseo
El Anfiteatro Flavio, más conocido como Coliseo romano fue, al ser inaugurado por el emperador Tito en el año 80 de nuestra era, el mayor anfiteatro del mundo, con capacidad para 50.000 personas. Hoy, con seis millones de visitantes anuales, se ha convertido en el principal símbolo de la capital italiana.
Panteón de Agripa
Construido en tiempos de Adriano, año 126 d.C., en el lugar donde se hallaba el original Panteón de Agripa destruido por un incendio, es una obra maestra de la arquitectura, con sus 16 columnas de granito, su cúpula de mayor diámetro que la de San Pedro y el óculo de su parte central, que crea preciosos efectos al permitir la entrada del sol. Merece la pena llegar hasta el Panteón, paseando, desde otro precioso lugar de Roma, la Piazza Navona.
Piazza di Spagna
Sin duda, las escaleras más famosas de Roma, escenario de incontables películas. 135 peldaños que ascienden desde la Fontana della Barcaccia, diseñada por Pietro Bernini, hasta la iglesia de Trinità dei Monti.
Fontana di Trevi
La mayor fuente posible en una plaza más bien pequeña. Una belleza barroca inmortalizada en el cine, con una seductora Anita Ekberg llamando al gran Mastroianni: «Marcello, vieni qui». Hoy, ritual de lanzar las monedas aparte, la fontana sigue siendo un canto al agua y a la vida.
Campo de’ Fiori
Una de las plazas más animadas de Roma, pese a estar presidida por la estatua de Giordano Bruno, quemado vivo allí por defender que el universo era infinito y la Tierra no era su centro. Por las mañanas acoge un bullicioso mercado de alimentos y, por la tarde, es un lugar fantástico para disfrutar de un aperitivo sentado en una de sus terrazas.
Foro Romano
Aquí se desarrollaba toda la vida ciudadana en la Antigua Roma. Las ruinas de las basílicas, los templos, la Curia del Senado, la Tribuna de Oradores o la Casa de las Vestales, aunque no muy bien conservadas, dan buena fe de ello. Vale la pena ascender a la vecina colina del Palatino para gozar de muy buenas vistas sobre el Foro y el Circo Máximo.
El Trastevere
Aunque no se trata de un monumento, sino de un barrio, no se conoce el ambiente romano sin un paseo por sus calles o una cena en alguna de sus trattorie. El hecho de ser históricamente un barrio marginal, al otro lado del río Tíber (trans Tiberim, de donde viene su nombre) permitió conservar parte de su trazado medieval, con estrechas calles y pintorescos rincones, hoy muy remodelados.