La primera vez que viajas solo vas a tener los nervios de punta y posiblemente estés sintiendo mucho miedo. Miedo a dejar tu zona de confort, a perderte, a enfermarte, a quedarte sin dinero. Sabes que tendrás que hacer todo por tu cuenta y posiblemente nadie estará cuidándote la espalda. Entonces, ¿por qué viajar solo es tan adictivo?
Simplemente porque no hay nada que le pueda ganar al hecho de que estás conquistando tus sueños y tus desafíos por ti mismo. Manejas tus horarios, escoges tus aventuras y tienes que solucionar los problemas sin la ayuda de nadie.
Aprendes cómo llevar las cosas
En el momento en que decidas salir y viajar solo, tú eres el único responsable de ti mismo. Eres el autor, actor y editor de ese libro que es tu vida. Estás a cargo de todas y cada una de tus decisiones y no hay nada más poderoso de descubrir cuán capaz eres.
Aprendes a vivir el momento
Hay momentos que solo vivirás cuando estás viajando y sabes que tal vez nunca más se volverán a repetir. Lo mismo sucede con las personas que conoces en el camino y tal vez no se vuelvan a ver por muchos años más. Son situaciones que te hacen vivir el presente, aprovecharlo y sacarle el mejor provecho. Solo tú y un paisaje. Solo tú y un local que te brinda na ayuda. Sabrás disfrutar y apreciar el momento porque sabes que tal vez nunca más lo vuelvas a repetir.
Sabrás “olfatear” el peligro
Siempre lo he dicho. Cuando viajas aprendes a desarrollar otro sentido. Para confiar más en la gente, aprendes a observar, a leer miradas. Eres más cuidadoso con tus objetos y con tus salidas nocturnas. Esta invaluable herramienta la aprendes por necesidad e incluso supervivencia cuando estás viajando solo.
Abandonas tu zona de confort
Al viajar solo, vas a romper muchos preconceptos concebidos por la sociedad. Nuevas puertas se abrirán en tu vida y conocerás nuevas personas. Probarás cosas que nunca antes probaste en tu zona de confort. Descubrirás un mundo diferente desde el momento en que decidas salir a la ruta.
Te reinventas a ti mismo
En casa o precisamente dentro de tu zona de confort, eres la misma persona de siempre, a la que todos conocen por algún talento o motivo en especial. Cuando empiezas a viajar solo, a probarte cada día con nuevos retos, conocerás a una persona en ti que no sabías que existía porque en tu vida ajetreada no tenías tiempo ni espacio para dejarla salir. La libertad de reinventarte cada día y de ser una mejor persona, es muy adictivo.
Descubrirás la importancia de las pequeñas cosas de la vida
Viajando solo aprenderás a valorar esos detalles que en la vida diaria parecen tan pequeños e insignificantes pero que en un viaje valorarás más que nada en el mundo. Perder un objeto de valor y que un desconocido te ayuda, que te ofrezcan estadía una familia que apenas tiene espacio para ellos pero decidieron abrir “un hueco” para ti en la mesa y en su casa. Disfrutar de un amanecer, saborear un nuevo plato exótico. Son las experiencias y pequeños detalles que se ignoran en la vida diaria y ajetreada que llevamos, que empiezan a contar.
Aprenderás algo nuevo cada día
Cada lugar que visites, cada persona que conozcas te mostrará algo nuevo y diferente. Cuando viajas solo, aprendes verdaderamente a conectar con el entorno que te rodea y siempre terminarás por aprender algo nuevo del entorno que te rodea.
Tu perspectiva cambia
Viajar solo significa que tendrás que compartir con nuevas personas cada día. Lo más seguro es que escuches diferentes puntos de vista y distintas opiniones sobre cualquier tema en general. Sabrás que nadie tiene la última palabra en muchos temas. Además de aprender cultura general, tu perspectiva hacia la vida y el mundo en general cambiará.
Cuando regreses casa, vas a ver el mundo con ojos nuevos. Y eso, se convertirá también en una nueva adicción.