La industria aérea está siendo objeto de muchas críticas, ya sea por la deficiencia de sus servicios, la sobreventa de vuelos o el trato hacia los pasajeros. Esta vez es el turno de Aeroflot, la aerolínea estatal rusa, y las demandas que iniciaron sus azafatas.
Los reclamos están originados en la discriminación que sufrieron por su apariencia, talla y edad. Según las trabajadoras, todas fueron medidas, pesadas y fotografiadas meses atrás con la excusa de que recibirían nuevos uniformes. Aquellas que no cumplieron con expectativas como ser menores de 40 años o no ser de una talla mayor a medium, fueron «filtradas» por la compañía y trasladadas de los vuelos «premium» internacionales a los «low cost» internos, esto afectó a más de 600 azafatas. Simultáneamente, redujeron el salario del personal a bordo con sobrepeso.
Recientemente, uno de los miembros del consejo de administración de la aerolínea, Pavel Danilin, hizo estas polémicas declaraciones en una conferencia de prensa:
«Las azafatas con sobrepeso son peligrosas. El 90% de los pasajeros de Aeroflot quiere ver a azafatas en buena forma que no usen tallas grandes. Aeroflot es una compañía premium y parte de las razones por las que la gente compra sus billetes es por la apariencia de sus empleados»
La compañía sostiene que sus medidas no violan las leyes de trabajo de Rusia ni las buenas prácticas internacionales, también afirman que con estas decisiones buscan ayudar a sus empleados a preocuparse por su salud e incentivarlos a perder peso.
Aunque los controvertidos comentarios y la manera en que afecta a los trabajadores demuestran todo lo contrario, no es una forma «amigable» de ayudarlos y sí muy injusta.
También nos llevan a reflexionar acerca del excesivo valor que se le da a la apariencia y la importancia que tiene para ciertas personas a la hora de elegir un servicio.
