Durante un año viví en una quinta con uno de los bordes del terreno sobre la Lagoa de Ibiraquera, estado de Santa Catarina, Brasil, una laguna a metros del mar. En ese tiempo tuve la posibilidad de registrar, algunas fotos como para escribir este artículo. Si bien no fue un año muy productivo fotográficamente, saqué algunas tomas que me parecían indispensables para retratar un lugar y un momento de mi vida. El encanto y la naturaleza que este espejo de agua despierta, es fascinante.
Un lugar tranquilo, si los hay, un vecindario agreste, entre posadas, pequeños hoteles, plantaciones de mandioca, bueyes y la fauna autóctona, permite un ritmo de vida acorde con los tiempos de la tierra. Un destino que garantiza paz y armonía sin mayores pretensiones. Al fin y al cabo, que nos vamos a llevar… yo elijo vivencias sin muchas luces, pero con más estrellas que muchos hoteles de lujo.
Cada atardecer las garzas blancas, ibis y otras aves marinas, vuelven a su lugar de nidada, no importa si es invierno o verano, todas vuelven a la Ilha da Batuta , donde no vive nadie. Una isla justo en la desembocadura artificial de esta laguna, a 300 metros de la costa, en playa Barra de Lagoa. A la hora en que el sol sale o se pone, es un espectáculo impresionante, con miles de aves que van o vienen en bandadas y las sierras «Serras do Tabuleiro» de fondo, creando un degradé de tonos oscuros, que decoran la imagen y le dan profundidad a cada toma.
El lado de la laguna por donde pasa la ruta SC-434 que entra a Garopaba desde la BR-101, tiene 2 opciones para los amantes del kitesurf y windsurf, una escuelita que funciona durante todo el año. En la temporada de verano convoca a decenas de veraneantes que llegan con sus equipos propios o alquilan, para disfrutar navegaciones de punta a punta de la laguna. Yo conozco a una de estas escuelas Porto Jerivá, gerenciada por Gonzalo y Tatú, dos argentinos buena onda que la fundaron hace más de 15 años.
Ibiraquera, pertenece al municipio de Imbituba, y no solo tiene la laguna. Considerada una de las mejores playas de Brasil, para la práctica del windsurf y kitesurf, Praia do Rosa recibe anualmente campeonatos brasileños en las dos categorías. También el área marina de Ibiraquera es destacada por la preservación ambiental, forma parte del Santuario de las ballenas francas, todos los años entre junio y noviembre esta especie de ballena viene en su etapa anual de reproducción y cría y se la protege a través de esta legislación.
Lagoa de Ibiraquera también es famosa por la pesca de camarón rosado. Los pescadores locales cuentan que el camarón es mas grande después de alimentarse en las costas y moverse circulando la laguna, buscando la salida al mar. Durante ese viaje nocturno de los camarones es que los pescadores artesanales van con sus»gererés» especies de mediomundos pequeños y los capturan. Usan linternas iluminando el fondo a 10 o 20 cm de la superficie, los identifican por su brillo particular y al encandilarlos se quedan inmóviles, en ese momento, los atrapan uno por uno.
Esta laguna, fue originariamente de agua dulce, un reservorio increíble de agua potable. Pero en 1.918, dada la cercanía con el mar, de apenas 40 o 50 metros, decidieron hacer un canal artificial y unirla con él para hacer que el agua de mar entre y así ganar un espacio para que los peces desoven, al reparo de las turbulencias y poder pescar sin tener que superar la rompiente de la costa marina. Una iniciativa pensada para el desarrollo económico, en aguas calmas pueden tirar las redes desde canoas o a pié. Decisión controvertida que algunas asociaciones ecológicas no justifican porque, no solo perdieron un reservorio de agua dulce gigantesco, sino modificaron todo el ecosistema propio. Los peces de agua dulce murieron y dieron lugar a peces que se adaptan a un agua que sin llegar a la proporción del mar, es salada.
Una, dos o más veces por año el canal se cierra, por el arena que sedimenta con cada ola que ingresa. En la época de lluvia de otoño a mediados de la primavera, la Lagoa de Ibiraquera va ganando agua y subiendo el nivel de profundidad. Hasta llegar a una marca máxima que moviliza nuevamente a la asociación de pescadores y moradores a abrir el canal nuevamente, todo depende del régimen de lluvia que haya. Hay veces que llueve poco y otras que llueve sin parar durante semanas.
En el momento que conectan la laguna con el mar, la presión de kilómetros de agua, empieza a ensanchar el pequeño canal abierto y en pocas horas se convierte en un caudal desaforado de agua que arrastra hacia afuera todo lo que hacía un rato flotaba sin corriente en aguas confinadas.
Hace muchos años, la apertura arrastró varias personas que estaban cientos de metros del lugar, bañándose tranquilamente y terminaron en la playa del mar… No pasó nada pero a partir de esa negligencia, se toman medidas de prevención, empezando por la difusión en los medios de comunicación y en las redes sociales, cuando es que se va a abrir el canal.
La profundidad que tiene es muy baja, sobre todo si el canal está abierto. Llega a tener menos de un metro a 500 metros de la costa, por este motivo los pescadores no usan remos, sino unas varas largas que clavan y hacen fuerza contra el fondo para propulsar la pequeña embarcación, hacia donde quieren ir. Buscan los cardúmenes, observan en sigilo y se acercan poco a poco. Los detectan porque los peces a medida que nadan, remueven la superficie del agua. Cuando están a una distancia de tres o cuatro metros, arrojan la red que acá llaman tarrafa y luego recogen con un cabo que sostienen en la mano.
La Lagoa de Ibiraquera es en realidad un complejo lagunar, son 3 lagunas unidas, porque en sectores su forma se angosta mucho y quedan las orillas enfrentadas con una cercanía de 40 metros, por eso se las conoce por Lagoa de Cima, Lagoa do Meio y Lagoa de Baixo, que es la que tiene la desembocadura artificial al mar. Un puente une las dos primeras y parado sobre él, saqué esta última foto una noche tranquila de luna llena.