Antes del lanzamiento de este proyecto en manos de investigadores en Malasia en 2017, los tallos de las piñas eran comúnmente desechados después del período anual de cosecha. Para revertir esta situación, estudiaron la composición de la fibra identificada en las hojas de piña, que normalmente son desechadas, para producir materiales fuertes y resistentes que pudieran servir como piezas para marcos de drones o de naves aéreas no pilotadas.
Así, el proyecto, liderado por el profesor Mohamed Thariq Hameed Sultan en la Universidad Putra de Malasia, ha intentado hallar usos sustentables para los desechos de piña generados por agricultores en Hulu Langat, un área a unos 65 kilómetros de Kuala Lumpur.
«Estamos transformando la hoja de la piña en una fibra que puede ser utilizada para aplicaciones aeroespaciales, básicamente inventando un dron«, dijo el especialista en diálogo con Reuters durante un taller.
Mohamed Thariq precisó que los drones hechos del material biocompuesto tienen una mayor relación de fortaleza a peso que aquellos hechos de fibras sintéticas, y también son más económicos, ligeros y fáciles de desechar. Por ejemplo, Thariq sostuvo que, si un dron es dañado, el marco puede ser quemado en el suelo y se degradaría en dos semanas.
«Nuestro papel aquí es ayudar a la industria, los agricultores, para aumentar su rendimiento y hacer sus trabajos mucho más fáciles«, dijo William Robert Alvisse de la Sociedad de Activistas de Drones no Tripulados, un grupo no gubernamental que ayuda a diseñar el dron y asesora al proyecto.
Por el momento, el equipo de investigación espera crear un dron más grande que pueda llevar cargas mayores, incluidos sensores de imágenes, para propósitos agrícolas e inspecciones aéreas. Los prototipos de drones han podido volar a una altura de unos 1.000 metros y permanecer en el aire por unos 20 minutos.
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