Se trata de «Baldosas por el mundo» (o «#baldosasporelmundo» en el lenguaje de red social), una propuesta diseñada por un arquitecto en Barcelona y que tiene como objetivo proponer a los visitantes la posibilidad de llevarse una colorida y vibrante pieza pero a cambio de compartirla en sus redes sociales haciendo uso del hashtag emblema.
Joan, «el chico de las baldosas» como el mismo se autodescribe en su cuenta de Instagram @Juncosa_Bcn, recurre a baldosas serias y obsoletas para llevar a cabo un proceso de transformación, reinventando y dando color al clásico panot. Así, mediante un acabado sumamente atractivo, busca llamar la atención de los visitantes a la ciudad española.
La dinámica de su propuesta consiste en que quienes se encuentren con una baldosa, puedan retirarla del lugar para llevársela como una especie de «recuerdo» de su paso por Barcelona. A su vez, una vez que la tienen en sus manos, el intercambio culmina con la baldosa fotografiada desde cualquier otro rincón del mundo. De allí su nombre «baldosas por el mundo».
Para poner en contexto, el ‘panot de flor’ consiste en un tipo de baldosa creado por Josep Puig i Cadafalch para pavimentar la Casa Amatller en el siglo XX, aunque posteriormente pasaron a ubicarse en la mayoría de aceras del Eixample de Barcelona. De todas las baldosas típicas de la ciudad de Barcelona, que identifica al menos más de 20, el ‘panot de flor’ es la más característica de todas ellas, tanto que se ha convertido en un símbolo muy querido por los barceloneses.
En diálogo con el medio español Traveler.es, Joan admite que la intención de plasmar esta idea “nació de las ganas de interactuar con la ciudad. Con la ciudad y sus personas. De encontrar un hilo que uniera en Barcelona a tanta gente que habita en ella. Tan dispar. De tantos lugares. Ese hilo fueron las baldosas”.
¿Cómo funciona? Al escoger la baldosa, luego hay que asumir un compromiso de compartirla: sin dudas, esta es una de las partes que más le gusta ver a Joan porque le permite conocer qué lugares escogen sus seguidores para poner las baldosas. “Muchas veces desaparecen sin dejar rastro. Pero un día abres Instagram y… ¡sorpresa! Una baldosa que creías que no volverías a ver te saluda desde Venecia, Bilbao o Buenos Aires con algún comentario de su portador diciéndote que le encantó la idea y que tenía muy claro que la pondría en ese lugar, o que nos fijemos en un puente de su ciudad…«.
“A alguien le gustó una de las que colgué recientemente y se la llevó a lo que llamó “su calle favorita de la ciudad”, en Poblenou. Y eso te hace descubrir tu propia ciudad a ti también”.
Joan en diálogo con el medio español Traveler.es
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