¿Una mesa más?
Una pareja de neoyorquinos desconocía que el mosaico, una impresión geométrica perfecta de 1,5 metros cuadrados, que conjuga los colores verde, púrpura, rojo y blanco, había formado parte de un piso con incrustaciones, posiblemente de una pista de baile, en uno de los barcos de lujo de Calígula.
Esta preciosa pieza formaba parte de una de las fastuosas embarcaciones pertenecientes al emperador romano Calígula estuvo desaparecida por décadas y fue recuperada en el lugar menos pensado. Aunque parezca difícil de creer, un matrimonio de Nueva York, sin saberlo, utilizó esta exquisita e histórica obra de arte como mesa de café durante 45 años.
La marchante de arte Helen Fioratti y su esposo Nereo compraron la pieza en la década del 60 a una aristocrática familia italiana y la instalaron como mesa para el café o el té de cada mañana en su departamento de Park Avenue, en Manhattan, en la ciudad estadounidense de Nueva York.
El despótico y caprichoso emperador que comandó los destinos de Roma entre los años 37 y 41 d.C había mandado a construir embarcaciones diseñadas con el lujo de verdaderos palacios flotantes, como una manera de reconfirmar y mostrar a sus súbditos su grandeza.
Palacios flotantes
Las embarcaciones imperiales, que contaban incluso con jardines, baños y galerías se utilizaban para organizar fiestas y todo tipo de eventos recreativos -caracterizados por los excesos- sobre las aguas del Lago de Nemi, unos 30 kilómetros al sudeste de Roma. Según consigna el sitio National Geographic, la más grande de estas naves medía unos 73 metros de largo.
Pero la decadente era de Calígula finalizó con su asesinato, en el año 41 y las embarcaciones que ostentaban su poder fueron hundidas, posiblemente para no dejar rastros sobre las aguas de su brutal mandato, según la reconstrucción que hace de la historia del mosaico el sitio estadounidense Smithsonian Magazine.
Las maravillas de los “palacios flotantes” permanecieron en el fondo del lago de Nemi hasta que en la década del 20 del pasado siglo, el dictador italiano Benito Mussolini ordenó drenar sus aguas. Allí, durante los lustros siguientes se recuperaron los restos de dos enormes embarcaciones, y todo lo que llevaban dentro, incluido el famoso mosaico.
En mayo de 1944, un incendio destruyó gran parte del museo en el que se exhibían los barcos de Calígula, que quedaron reducidos a cenizas. Sin embargo, los especialistas en seguir los rastros de objetos históricos de Manhattan creen que el mosaico que culminó como mesa de café no se encontraba en ese lugar, o al menos nunca había sido exhibido.
Y los investigadores todavía no pudieron determinar ni cómo ni cuándo se hicieron con la pieza de arte los miembros de la familia italiana que se lo vendió luego a los Fioratti. Es más, los especialistas le habían perdido el rastro al mosaico desde finales de la Segunda Guerra Mundial.
«Mirá, Helen, ese es tu mosaico”
Como ocurre tantas otras veces, la recuperación final de la invaluable pieza de mármol se dio prácticamente por casualidad. Fue en el año 2013, cuando el experto italiano en mármoles piedras antiguas Dario del Bufalo se hallaba de visita en Nueva York y firmaba ejemplares de su libro Porfirio -sobre ese tipo de materiales- en una galería.
Entonces, el hombre escuchó la conversación cercana de un par de personas, en la que una de ellas exclamaba: “Oh, Helen, mirá, ese es tu mosaico”.
En efecto, la persona que estaba con Helen Fioratti había descubierto la foto de su “mesa de café” en el libro de Del Bufalo. En diálogo con el programa estadounidense de la CBS 60 minutes, el especialista en mármol italiano reveló que la coincidencia fue de “una en un millón”. Luego de encontrarse con la poseedora de la pieza de Calígula, el erudito debió reportar el incidente y las autoridades confiscaron el mosaico en octubre de 2017, para devolvérselo al gobierno de Italia.
“Sentí mucha pena por la mujer, pero no pude hacer nada diferente, sabiendo que al Museo de Nemi le faltaba la mejor parte, una pieza que pasó por siglos, por guerras, por un incendio, luego por algún comerciante, y que finalmente ahora podía volver al museo”, relató Del Bufalo al mencionado ciclo 60 minutes. “Sentí que eso era lo único que podía y debía hacer”, remató.
Los Fioratti habrían comprado el mosaico de buena fe, como parte de una venta negociada por un oficial de policía italiano reconocido por su éxito en la recuperación de obras de arte saqueadas por los nazis, informó The New York Times en 2017.
El matrimonio que apoyó por décadas sus tazas de café sobre una obra milenaria jamás fue procesado, e incluso ellos nunca lucharon contra la incautación de la pieza, a pesar de que podrían haber reclamado su derecho legítimo sobre el artefacto. En diálogo con AP, en 2017, la mujer aseguró que su compra había sido totalmente “inocente”.
“Estuvimos siempre muy contentos de tener esa pieza. Nos encantó, la tuvimos durante años y la gente siempre nos felicitaba al verla”, contó la mujer.
Desde el mes de marzo de este año, la pieza de mármol sobre la cuál quizás bailó el emperador Calígula se encuentra en el Museo de los Barcos Romanos (Museo delle Navi Romane) en la localidad de Nemi, a orillas del lago del mismo nombre.