Pregúntale a cualquier persona que viva en una gran ciudad cual es su casa soñada, y te van a decir: «un departamento de una habitación». En los lugares que casi nunca puedes estar solo, mas que por un par de horas, estar solo no es un problema, en realidad es algo casi imposible.
Mientras que en la ciudad la soledad es un refugio, estar solo en la naturaleza (verdaderamente solo), sin ninguna otra persona, sin celular (ok, tampoco para tanto), es totalmente diferente. No te estas recuperando de la sobreestimulación y de mesclar tu vida con miles de personas, sino que estas enfrente de una sola vida, la tuya.
Y cuando esto sucede lo que pasa es lo siguiente.
Te vas a dar cuenta lo insignificante que eres
Porque te vas a sentir diminuto a bajo de los enormes árboles, minúsculo enfrente del océano e insignificante por no poder captar en su totalidad el espacio que te rodea. Y deberías sentirte insignificante. Por que lo eres.
Pero al mismo tiempo, la naturaleza tan vasta te va a reconfortar. El miedo de no tener nada de poder y de ser insignificante va desapareciendo cuando la mirada se empieza a centrar en uno y te das cuenta que lo que tienes adentro es mucho más grande e infinito que lo que puedes encontrar afuera.
Te vas a dar cuenta de la fortaleza que tienes
Por que te vas a sentir enorme al lado de los insectos e súper inteligente, al ser el único ser humano a kilómetros. Te vas a sentir inmenso estando en la sima de una montaña mil veces más alta que tu, por que vas a saber, que a pesar de su dimensión nunca va a estar encima de ti.
Y no te vas a sentir dominado, sino que súper responsable por que vas a ser el único encargado de llevar todo a cabo. Cuando estas solo enfrente de la naturaleza esta deja de ser una amenaza y empieza a ser un amigo cercano.
Vas a valorar el silencio
Al principio te vas a sentir muy incómodo con el silencio. No hay voces o alguien a tu lado para compartir lo que piensas. Solamente el eco y tu propia mente.
Todos tuvimos momentos en lo que quisimos renuniar, así que en ese momento hay que aguantar. Vas a dejar de escuchar y mirar para empezar a pensar y analizar. Y esto, más allá de la aventura, te va a servir para la vida.
Vas a empezar a hacerte responsable de ti mismo
Solamente te vas a culpar a ti mismo cuando algo salga mal, por que no va a haber nadie más a quien culpar. Dejas el agua en el coche. Dejas las llaves adentro del coche. Te caíste y resbalaste.
Seguramente te vayan a pasar algunas cosas malas, pero vas a ver que las vas a superar más rápido que si estuvieras acompañado. Vas a evitar la parte en la que se analiza como es que paso lo que paso. Por que lo que te va a interesar es encontrar una solución y no el culpable.
Comenzarás a creer en ti
Por que no vas a dudar. No vas a tener a quien pedirle un consejo, ni nadie que te cuestione las decisiones que tomas. «¿Debería surfear solo en un día como este?» Quizás valga la pena. Quizás no. Vas a tener que tomar riesgos. De hecho, decidir aventurarse solo a explorar la naturaleza ya es un riesgo en si mismo.
Sentirás como tu vulnerabilidad desaparece
Por que la única persona con la que estas es contigo. ¿Eres consciente sobre tu cuerpo? Ve a caminar unos cuantos kilómetros en el bosque. No va a haber nadie ahí para animarte a llegar. Así que tu solo vas a tomar el valor y te vas a dar cuenta que puedes.
Entenderás tu libertad
En algún momento vas a tener que volver a la rutina. Y si, todavía no hay mejor sensación que llegar a la civilización junto con las personas que más quieres. Pero dejar atrás el lugar en donde tuviste que estar solo no es fácil. De hecho, es dejarte a ti para volver con los demás.
Al final, ir en una aventura a enfrentar la naturaleza totalmente solo es muy gratificante. Te das cuenta la libertad que tienes para tomar tus propias decisiones, y más allá si son buenas o malas, lo importante es que son tuyas.
