Sublime: la inminente noticia de que Nueva Zelanda buscará ser un país libre de humo en 2025 parece dar al menos un poco de esperanza al mundo en el que vivimos. La iniciativa no solo pone el foco en un contexto ameno y agradable en términos medioambientales si no que también, y sobre todo más importante, en cuestiones de salud de su población.
De acuerdo a lo trascendido en las últimas horas, aunque no se trata de un asunto desconocido para el país que anteriormente ya había puesto el tema en agenda, Nueva Zelanda se encuentra expectante de convertirse en un país libre de humo en el año 2025. Los pasos a seguir para lograrlo podrían estar catalogados como una sabia decisión o un decreto algo polémico, según el punto de vista desde el cual se analice.
¿De qué se trata? Para combatir el consumo de cigarrillos, en los últimos 10 años Nueva Zelanda ha incrementado los impuestos al tabaco hasta en un 165% (por ejemplo un paquete de cigarrillos cuesta al menos el equivalente a 18 euros). Ahora, para reforzar el objetivo de llegar al 2025 como un país libre de humo, las autoridades han decidido prohibir fumar a todos ciudadanos que hayan nacido a partir del 1 de enero de 2009.
La prohibición de fumar para todas aquellas personas nacidas a partir de 2009 será de por vida: podrían registrarse multas de hasta 150.000 dólares neozelandeses (unos 92.000 euros) en caso de incumplimiento. En paralelo, también se ha planteado la necesidad de reducir la cantidad de nicotina en los productos de tabaco y limitar los puntos de venta, que pasarían de los 6.000 actuales a un máximo de 600 a partir de finales del próximo año.
Según cifras, en Nueva Zelanda un 8% de los adultos fuman tabaco de forma diaria, un dato que se sitúa por debajo del 9,4% registrado hace apenas año y medio y que es la mitad al de hace una década. Sin embargo, en el caso de la población maorí, la proporción de fumadores se dispara al 20%.