Mientras los turistas que visitan las playas mexicanas se quejan de las pilas de algas malolientes, un jardinero mexicano consideró que era algo así como un regalo.
Los gobiernos de lugares como Cancún se han visto obligados a retirar hasta 40.000 toneladas de sargazo, que huele a huevo podrido, pero Omar de Jesús Vázquez Sánchez las está sacando de los vertederos y llevándolas a un horno, donde fabrica adobes, como bloques que pasan la regulación como material de construcción.
Inició SargaBlock para comercializar los ladrillos, que el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo destaca como un golpe de brillantez y una solución sostenible a un problema ambiental actual.
Su historia comienza en 2015 cuando, como cualquier trabajador experimentado, descubrió que las personas ricas estaban atrapadas en un trabajo que no querían hacer. En este caso se trataba de limpiar el sargazo en las playas de la Riviera Maya.
Omar creció en la pobreza, emigró a los EE. UU. cuando era niño para convertirse en jornalero y finalmente abandonó la escuela y se convirtió en adicto a las sustancias. El sueño americano nunca le atrajo tanto como un “sueño mexicano”, una mezcla de recuerdos de su infancia y sueños de ser jardinero en su país, así que se mudó de regreso.
Su tiempo sintiéndose no deseado como adicto e inmigrante le dio una perspectiva única sobre las algas malolientes.
“Cuando tienes problemas con las drogas o el alcohol, eres visto como un problema para la sociedad. Nadie quiere tener nada que ver contigo. Miran hacia otro lado”, dijo Omar a Christian Science Monitor en una entrevista traducida.
“Cuando el sargazo comenzó a llegar, creó una reacción similar. Todo el mundo se quejaba, quería moldear algo bueno a partir de algo que todos veían como malo”.
Su equipo de limpieza proporcionó trabajo a 300 familias, y no pasó mucho tiempo después de que descubrió que el sargazo podía usarse para hacer bloques. Los bloques contienen un 40 % de sargazo y, desde 2021 hasta el día de hoy, ha usado casi 6,000 toneladas de ese material apestoso para quemar bloques que ha usado para construir estructuras en todo el estado de Jalisco.
Las oficinas de ecología y medio ambiente de Quintana Roo, el área legislativa que incluye la ciudad de Cancún, aprobaron el uso de los SargaBlocks, y se ha calculado que bloques similares de base orgánica pueden durar 120 años.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo seleccionó el trabajo de Omar para que se presentara en su transmisión global Accelerator Lab para alertar al mundo de su valor e ingenio.
Hay todo tipo de contaminantes o cargas naturales que podrían usarse en la construcción, y el PNUD esperaba que al compartir la visión de Omar sobre el futuro del problema del sargazo en el Caribe, inspiraría a otros a actuar de manera similar.
Los ladrillos y el cemento pueden ser excelentes fuentes para usar material natural que es peligroso o oneroso, como esta comunidad filipina que usa la ceniza de las erupciones volcánicas para hacer ladrillos.
Omar ha tenido la suerte de poder donar 14 “Casas Angelitas”, u hogares hechos de SargaBlock, a familias necesitadas, y parece estar muy cerca de lograr su “sueño mexicano”.