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Un grupo de jóvenes de Coromandel (Nueva Zelanda) quería celebrar Año Nuevo con todo, pero algo se los impedía… en esa zona está prohibido beber alcohol en la vía pública durante esa festividad. Así que decidieron construir su propia isla en aguas internacionales.
El domingo por la tarde, en el estuario de Tairua, levantaron una estructura de arena (aprovechando que la marea estaba baja) y se instalaron ahí con mesa de picnic, sillas y, por supuesto, bebidas alcohólicas.
Con esta creativa idea, lograron salvarse de la prohibición al consumo de licor y de una multa de 180 dólares. Pasaron toda la noche en su isla, brindaron y se rieron, mientras veían los fuegos artificiales que estaban tirando en tierra firme.