Para demostrar que el cambio es posible si está presente la voluntad de crearlo, las megaciudades chinas como Beijing, que alguna vez fueron famosas por sus cielos grises apocalípticos, están disfrutando de los niveles más bajos de contaminación del aire que jamás hayan experimentado en el siglo XXI.
Con una caída del 42% desde un máximo promedio en 2013, cuando la contaminación del aire en China era superior a 50 partículas por centímetros cúbicos de aire de la ciudad, el cambio ha aumentado la esperanza de vida de los habitantes urbanos chinos en 2,2 años.
La noticia proviene de un informe publicado por la Universidad de Chicago llamado Índice de Calidad de Vida del Aire que enumera algunas de las acciones tomadas por el gobierno chino para reducir la contaminación del aire, descrita por el PCC como una “guerra contra la contaminación”.
Esto ha incluido reducir la presencia de la industria pesada, como la producción de acero, en los centros de las ciudades, así como restringir la construcción de centrales eléctricas de carbón dentro de las ciudades y cerrar las que ya estaban allí.
Algunas ciudades como Beijing han reducido el número de automóviles permitidos en las carreteras durante las horas pico, similar al cargo por congestión de Londres. Por último, las campañas masivas de plantación de árboles urbanos en China han estado bien documentadas.
Si bien la esperanza de vida ha aumentado en promedio 2,2 años, algunas ciudades han experimentado aumentos mucho más drásticos. Se prevé que los ciudadanos que viven bajo el nuevo “Beijing Blue” vivirán 4 años más, mientras que se prevé que los 11 millones de habitantes de la ciudad de Baoding, en el centro-norte del país, ganen 6.
«En la base de esas acciones había elementos comunes: voluntad política y recursos, tanto humanos como financieros, que se reforzaban mutuamente», dice el informe. “Cuando el público y los formuladores de políticas tienen estas herramientas, es mucho más probable que se tomen medidas”.
De hecho, la disminución de los niveles de contaminación de China ha sido tan drástica que redujo el promedio mundial, que según el informe habría aumentado si no fuera por la guerra contra la contaminación del Reino Medio.
Aunque el aire de las ciudades chinas sigue siendo varias veces superior al mínimo recomendado por la OMS, demuestra lo que se puede lograr con un esfuerzo político y cívico, en particular para sus vecinos del sur de Asia, donde el informe advierte que la calidad del aire está empeorando.