El pasado 8 de septiembre se estrenó en la plataforma de streaming Netflix la serie «El cuerpo en llamas». En cuestión de días, la ficción creada por Laura Sarmiento y protagonizada por Úrsula Corberó y Quim Gutiérrez se ha convertido en uno de los mayores éxitos de la temporada, colocándose en el top uno de lo más visto en diferentes países.
Dicho proyecto audiovisual está inspirado de manera libre en el caso conocido popularmente como ‘el crimen de la guardia urbana’. Se trata de la trágica muerte de Pedro Rodríguez, un agente de la guardia urbana de Barcelona que fue asesinado y cuyo cadáver carbonizado se encontró en un coche calcinado cerca de un pantano.
El agente de 38 años murió a causa de un plan trazado estratégicamente por la que entonces era su pareja, Rosa Peral, quien lo asesinó con la ayuda de su amante, Albert López. Este cómplice pertenecía al mismo cuerpo de policía que Peral y que la víctima, algo que causó una gran polémica.
En la serie, Corberó interpreta a Peral y muestra a la audiencia un personaje oscuro, complicado y lleno de contradicciones. Si bien los personajes son los protagonistas de la historia, la casa de la condenada tiene un papel fundamental en el desarrollo de la trama, ya que es donde se lleva acabo gran parte del crimen.
Aunque no es la original (el crimen se cometió en una vivienda de la familia de Rosa Peral en Cubelles), el chalet que se usa en la serie para relatar lo sucedido se ha convertido en objeto de curiosidad por miles de usuarios y espectadores. Dicha casa se sitúa en Castelldefels.
Se trata de un amplio chalé de 400 metros cuadrados construidos y un terreno de alrededor de 1500 metros cuadrados. Actualmente, se encuentra a la venta por 2,5 millones de euros, una cifra que no está el alcance de todo el mundo. Los propietarios del inmueble, quienes están intentando vender el exclusivo terreno, forman parte de una adinerada familia barcelonesa.
La casa del pueblo costero cuenta con varias habitaciones, así como cinco baños y un aseo, un gran salón y una pequeña buhardilla. Hay que destacar el gran jardín que rodea la mansión y la gran piscina que la vivienda tiene delante. Además, se trata de una propiedad muy discreta, ya que está oculta entre árboles, arbustos y maleza.
Mientras que los propietarios encuentran a un comprador interesado, alquilan la finca para rodajes de series, anuncios, publicidad… así es cómo llegó hasta las manos de los dirigentes del proyecto de Netflix. Aunque tiene ciertas similitudes con la verdadera casa de Peral, la de esta es más humilde y se encuentra más alejada de Barcelona.