Después de décadas siendo el mayor vertedero del mundo, China decidió que ya no quiere recibir más basura de Occidente. Desde hace más de 30 años, el gigante asiático comenzó a mostrar su interés por los residuos para obtener materiales para su industria, pero las cantidad de desperdicios que llegaban eran insuficientes y acababan siendo simplemente basura sin uso.
Solo en 2016, China recibió 7,35 millones de toneladas de desechos y desperdicios plásticos! Pero a partir del mes de marzo ese número se va a reducir drásticamente, cuando entre en vigor una restricción aprobada por las autoridades chinas el pasado 31 de diciembre que abarca 24 tipos de residuos, entre los que se encuentran los plásticos, pero también el papel y los desechos textiles.
Del mismo modo, esta nueva norma establece nuevos límites en los niveles de impurezas en otros reciclables y decretaron que las importaciones de cartón para reciclaje deben ser mucho más «limpias» y libres de polvo y piedras.
«Grandes cantidades de desperdicios contaminados o incluso tóxicos se mezclan con desperdicios sólidos que podrían utilizarse como materia prima. Esto contamina gravemente el medioambiente en China”
El objetivo de esta restricción es disminuir la contaminación del país, pero a cambio va a suponer un reto para el resto del mundo: con esta nueva medida, ¿a dónde irá esta masiva montaña de desechos? La restricción a la «basura extranjera» va a obligar al resto de países a buscar nuevos lugares a los que exportar sus desechos.
El cambio repentino ha hecho que los países occidentales tengan problemas para lidiar con una acumulación de desperdicios plásticos y de papel mientras buscan nuevos mercados adonde llevar la basura.
Hasta ahora, por lo menos en el Reino Unido, no hay una respuesta. Al menos un tiradero de basura en Londres ya está sufriendo la acumulación de productos reciclables de plástico y ha tenido que pagar para deshacerse de una parte. Se han reportado casos similares en Canadá, Irlanda, Alemania y varios países europeos, mientras toneladas de basura se acumulan en ciudades portuarias como Hong Kong.
Mientras que la posición de China es “proteger los intereses medioambientales y la salud de la población”, esperemos que en el resto del mundo podamos empezar a producir menos y a fabricar productos reciclables de mejor calidad.