El Olivo de Vouves, arraigado en el pintoresco pueblo de Vouves en la isla de Creta, no es simplemente un árbol; es un testigo silencioso de más de tres milenios de historia. Considerado uno de los olivos más antiguos del mundo, este majestuoso ejemplar ha resistido el paso del tiempo y es un símbolo vivo de la cultura y la tradición cretense.
Con un diámetro de tronco de 4,6 metros y una altura de 12 metros, este olivo ha presenciado la época minoica y ha sido protegido como monumento natural por el gobierno griego. Cada año, recibe la visita de alrededor de 20,000 admiradores, ansiosos por contemplar su magnificencia y sumergirse en su fascinante historia.
A pesar de su venerable edad, este árbol sigue regalando una modesta cantidad de aceitunas anualmente, reconocidas por su calidad excepcional, contribuyendo así a la producción de aceite de oliva de alta gama.
Las leyendas que envuelven al Olivo de Vouves le otorgan un encanto particular. Una de las más arraigadas cuenta que Zeus, el dios supremo de la mitología griega, plantó este árbol en honor a su hijo Orfeo, el dios de la música, quien sedujo incluso a las serpientes con su melodiosa lira.
Otra leyenda sugiere que los antiguos minoicos lo plantaron como homenaje al dios del sol, Apolo, confiriéndole propiedades mágicas y atribuyéndole poderes protectores y de prosperidad a la comunidad.
El olivo, reverenciado en distintas culturas a lo largo de la historia, ha sido símbolo de paz y unidad. En la antigua Roma, estaba presente en ceremonias importantes y se asociaba con la victoria en los Juegos Olímpicos. Además, su madera era considerada sagrada y se utilizaba en objetos de gran valor simbólico.
Este árbol, más que un testamento de la antigüedad, es un emblema viviente de la importancia cultural y económica del olivo. Su presencia perdurable enraizada en la tierra cretense sigue siendo una fuente de asombro y admiración para quienes buscan conectarse con la historia y la belleza natural en un solo lugar.