El Gobierno de Japón anunció el 9 de mayo que las ballenas de aleta (Balaenoptera physalus) son presa justa para los balleneros dentro de la zona económica exclusiva del país, según la Agencia de Investigación Ambiental (IEA). La inclusión de las ballenas de aleta eleva a cuatro el número de especies de caza comercial en Japón, junto con las ballenas minke, las ballenas de Bryde y las ballenas sei.
La última adición es particularmente impactante debido al tamaño y la escasez de la especie. Con una longitud de hasta 25 metros (85 pies), las ballenas de aleta son el segundo animal más grande de la Tierra en términos de longitud, solo superado por la ballena azul. Estas majestuosas criaturas pueden vivir hasta 90 años y tienen un rango cosmopolita en gran parte de los océanos del mundo.
Fueron catalogadas como «en peligro» por la UICN hasta 2018, aunque desde entonces su estado ha sido actualizado a «vulnerable«. Su población ha aumentado aproximadamente al doble desde la década de 1970, principalmente gracias a las prohibiciones de la caza comercial que permitieron que sus números se recuperaran. Sin embargo, Japón ahora amenaza con deshacer ese progreso.
«Este es un retroceso alarmante y el último esfuerzo desesperado por parte del Gobierno de Japón para estimular una demanda casi inexistente de carne de ballena en Japón, con el fin de justificar la construcción de un nuevo barco ballenero, a expensas de los contribuyentes, lo que podría atar a Japón a décadas más de esta industria destructiva, insostenible, inhumana y obsoleta», dijo Clare Perry, Asesora Oceánica Senior de la IEA, en un comunicado.
«Las ballenas de aleta son uno de los grandes captadores de carbono de la Tierra y deberían estar completamente protegidas, no solo para que puedan seguir cumpliendo su papel crítico en el medio marino», explicó Perry.
Japón reanudó la caza comercial de ballenas en junio de 2019 después de su controvertida retirada de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), el panel intergubernamental que regula la industria ballenera.
La caza comercial de ballenas ha estado prohibida desde la moratoria de la CBI en 1982, aunque continuó permitiendo que los países mataran ballenas con fines especiales, como la investigación científica y la Caza Subsistencial Aborigen.
Más de 80 naciones firmaron el acuerdo que entró en vigor en 1986. Sin embargo, varios países, como Noruega, Dinamarca/Groenlandia, Rusia, Islandia y Japón, continuaron infringiendo la prohibición y cazando ballenas bajo el pretexto de la investigación científica.
«Japón ahora propone matar al segundo animal más grande del planeta, a pesar de la prohibición mundial de la caza comercial de ballenas y del deber legal de cooperar con la CBI, establecido por el derecho internacional consuetudinario y la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar», añadió Perry.