Casi todos los aficionados al buceo conocen la regla: no subirse a un avión justo después de una inmersión. ¿Pero por qué? Hoy, desentrañamos las razones detrás de esta recomendación y te ofrecemos algunos consejos prácticos para garantizar tu seguridad.
Lo primero que debes saber es que el aire que respiramos normalmente contiene alrededor del 78 % de nitrógeno, el cual se distribuye por todo nuestro cuerpo a través de la sangre. Esto es seguro mientras permanecemos a presión atmosférica normal, pero cambia cuando buceamos.
Durante una inmersión, la presión atmosférica aumenta rápidamente, lo que hace que la cantidad de nitrógeno en nuestro cuerpo también aumente. Los buceadores suelen ascender lentamente para permitir que el exceso de nitrógeno se elimine gradualmente de sus cuerpos.
Sin embargo, si subes directamente a un avión después de bucear, tu cuerpo se enfrenta a una presión menor, lo que puede causar problemas debido al exceso de nitrógeno acumulado. Esto aumenta el riesgo de sufrir una enfermedad de descompresión, donde el nitrógeno forma burbujas en los tejidos, pudiendo causar obstrucciones en la circulación y problemas respiratorios, cerebrales y cardíacos.
La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica recomienda esperar al menos 24 horas después de bucear antes de volar, a menos que se hayan realizado paradas de descompresión, en cuyo caso se recomienda un tiempo adicional. Cada cuerpo reacciona de manera diferente, por lo que no hay garantías absolutas de seguridad incluso después de ese período, aunque los riesgos se minimizan.
Si nunca has buceado, no te preocupes. Los ordenadores de buceo suelen indicar cuánto tiempo debes esperar antes de volar, basándose en la saturación real de nitrógeno que has experimentado bajo el agua.
Por último, no hay problema en bucear después de volar. La restricción se debe a la sobresaturación de nitrógeno durante el buceo, pero no hay contraindicaciones para sumergirse directamente en el agua después de un vuelo.