Uno de los barcos que aún busca restos del avión del vuelo MH370 de Malaysia Airlines desapareció de los radares de seguimiento durante tres días. Las pantallas, súbitamente, dejaron de mostrarlo. Ocurrió el 1 de febrero y retornó a los monitores el pasado domingo. No hubo ninguna explicación, por lo cual, el misterio se acrecentó en las últimas horas.
A principios de Enero, el Gobierno de Malasia contrató la compañía norteamericana Ocean Infinity para rastrear el avión desaparecido por completo en marzo de 2014, cuando debía unir en vuelo Kuala Lumpur con Beijing. A bordo iban 239 personas, entre pasajeros y tripulantes.
Con una altísima tecnología que permite hallar casi cualquier cosa en el fondo del océano, el Seabed Constructor, comenzó sus tareas el 22 de enero; sin embargo 10 días después, algo extraño sucedió en los monitores que seguían su rastro desde tierra. Su Sistema de Identificación Automático (AIS, por sus siglas en inglés) dejó de funcionar. Y de emitir señales.
Tres días después, sin explicación mediante y sin que se supiera dónde había estado, volvió a las pantallas.
Cuando reapareció, lo hizo fuera del área de búsqueda en la que se encontraba y camino a un puesto de carga de combustible en el Puerto de Fremantle, Australia.
Ninguno de los protagonistas —Gobierno malayo, australiano o la misma empresa— informaron sobre qué ocurrió durante el black out de tres días. Prefirieron mantener el misterio. O acrecentarlo absurdamente.
El Seabed Constructor navega las aguas del océano Índico en busca de algún indicio que le sugiera a los investigadores que el MH370 pudo haber caído en esa zona. Pero esos tres días que estuvo sin contacto con la tierra y en absoluto silencio, despertó todo tipo de teorías conspirativas.
La más extendida fue la que relató que el buque en verdad se desvió para rescatar un preciado tesoro perdido por un barco peruano, el SV Inca, repleto de oro y joyas de la época precolombina. El buque se hundió navegando hacia Sídney en 1911.
Uno de los familiares de las víctimas del MH370 quiere conocer qué ocurrió. Eso demanda al gobierno de Malasia y a la empresa Ocean Infinity. «No hay periodistas ni familiares a bordo. Desearía que hubiera alguno… Tenemos buena fe«, dijo KS Narendran. «Si el silencio y hacerse invisibles fue intencional, es necesaria una buena explicación. Si fue por otras razones, entonces, por transparencia, nos deben informar qué lo causó«, añadió.
Además de los familiares y autoridades, los ejecutivos de Ocean Infinity tienen un gran interés en hallar los restos del avión. Tienen 90 días para encontrarlo, y si lo hacen, dependiendo del área en que lo ubiquen, recibirían una recompensa de entre 20 y 70 millones de dólares.