El 8 de julio de 2024, Barcelona fue el epicentro de multitudinarias protestas contra el turismo masivo, organizadas bajo el lema “Pongamos límites al turismo”. Miles de manifestantes se congregaron en los principales puntos turísticos de la ciudad para expresar su descontento con las políticas gubernamentales que fomentan un flujo constante de visitantes, lo que, según ellos, está afectando negativamente a la ciudad.
Durante las manifestaciones, algunos grupos radicales agredieron a turistas que disfrutaban de la ciudad. En lugares icónicos como La Rambla y el barrio de la Barceloneta, los manifestantes utilizaron pistolas de agua para disparar a los visitantes que estaban almorzando al aire libre, obligándolos a refugiarse en el interior de los restaurantes. Los videos del incidente muestran el caos y el desconcierto de los turistas, quienes se vieron obligados a abandonar sus mesas apresuradamente.
Con pancartas que exigían “¡Decrecimiento turístico ya!” y coreando consignas como “fuera turistas de nuestros barrios”, los manifestantes también se detuvieron frente a varios hoteles y otros puntos de interés turístico. Jordi Guiu, un sociólogo de 70 años, resumió el sentimiento de muchos al declarar: “Contra el turismo no tengo nada, pero con el exceso de turismo que estamos sufriendo en Barcelona, sí, porque eso hace invivible la ciudad”.
Entre las principales preocupaciones de los manifestantes se encuentra el aumento del precio de la vivienda. Según el Ayuntamiento de Barcelona, los alquileres han subido un 68% en la última década, lo que ha llevado a muchos residentes a abandonar sus hogares. Isa Miralles, una residente del barrio de la Barceloneta, explicó: “Los negocios de toda la vida cierran para dar paso a un modelo de negocio que no es lo que necesita el barrio. La gente no puede pagar los alquileres, se tienen que marchar”.
España es el segundo destino turístico más visitado del mundo, con 85 millones de visitantes extranjeros en 2023, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Barcelona, como capital de Cataluña, es uno de los destinos más populares, recibiendo 18 millones de visitantes el año pasado.
En respuesta a la creciente insatisfacción, el Ayuntamiento de Barcelona, dirigido por Jaume Collboni, ha anunciado una serie de medidas para mitigar los efectos negativos del turismo masivo. Entre ellas, destaca la eliminación de más de 10,000 pisos turísticos para finales de 2028, con el objetivo de aumentar la oferta de viviendas para los residentes. Además, se ha propuesto un aumento en el impuesto turístico, que pasará de 3.25 a 4 euros por noche a partir de octubre, con la esperanza de fomentar un turismo de mayor calidad.
A pesar de las críticas de sectores como la asociación de Apartamentos Turísticos, que temen un aumento del mercado ilegal, las autoridades locales defienden estas medidas como necesarias para preservar la calidad de vida de los barceloneses y el equilibrio económico de la ciudad.