Después de un vuelo de larga distancia, es común experimentar varios síntomas que pueden afectar tu bienestar físico. La baja humedad dentro del avión puede causar sequedad en labios, nariz y ojos, debido al aire seco que circula en la cabina. Esto se agrava si se consume alcohol, ya que puede aumentar la deshidratación. Para contrarrestarlo, es crucial mantenerse hidratado con agua y usar un buen hidratante durante el vuelo.
Otro riesgo son los coágulos de sangre, especialmente en personas que permanecen mucho tiempo sentadas. La reducción del flujo sanguíneo en las piernas aumenta las posibilidades de desarrollar coágulos. Para prevenirlos, se recomienda levantarse y moverse periódicamente durante el vuelo, además de considerar el uso de calcetines de compresión.
Finalmente, el jet lag es una consecuencia frecuente al cruzar múltiples husos horarios, alterando el ritmo biológico y causando fatiga. Aunque es difícil evitarlo por completo, ajustar los horarios de sueño al destino puede ayudar a minimizar sus efectos. Según expertos, acostarse y levantarse más temprano si se viaja hacia el este, y hacerlo más tarde si se viaja hacia el oeste, puede ayudar a adaptarse más rápidamente al nuevo horario.
Estas medidas simples pueden hacer que tu próxima experiencia de vuelo sea más cómoda y saludable, asegurándote de llegar a tu destino sintiéndote lo mejor posible