El estado de Yucatán ha dado un paso firme en la defensa de su herencia cultural, instalando una majestuosa estatua de 6 metros de altura del dios maya Chaac en el municipio de Telchac Puerto. Este monumento no solo es un homenaje a una de las deidades más veneradas del mundo maya, sino también un gesto simbólico de la reafirmación de la identidad regional frente a influencias externas.
La llegada de la estatua de Chaac ha sido recibida con entusiasmo por los visitantes y locales, quienes ven en esta figura una representación de la fuerza ancestral que ha dominado las tierras del sureste mexicano por siglos. Chaac, conocido en la mitología maya como el dios de la lluvia y los ciclos agrícolas, es fundamental en la cosmología de esta antigua civilización, cuyo sustento dependía de la lluvia en una región marcada por sequías y tormentas.
Esta instalación no solo celebra a Chaac, sino que también surge en un contexto de controversia. En Progreso, Yucatán, la reciente instalación de una estatua del dios griego Poseidón generó polémica, con algunos residentes sugiriendo que la presencia del dios del mar había provocado una serie de fenómenos meteorológicos adversos, incluidos la tormenta tropical Alberto y la llegada de Beryl. Esta teoría, aunque iniciada como una broma, ha ganado popularidad en las redes sociales y entre los locales, quienes incluso pidieron la remoción de la estatua de Poseidón.
La rivalidad simbólica entre Chaac y Poseidón se ha convertido en una crítica a la imposición de iconografías extranjeras en un territorio con una mitología tan poderosa y rica como la maya. Con la instalación de esta estatua de Chaac, Yucatán no solo busca equilibrar la balanza cultural, sino devolver al dios maya su lugar de honor en la tierra que alguna vez estuvo bajo su protección.