Ubicada en el suroeste de Turquía, Pamukkale es una de las maravillas naturales más extraordinarias del mundo. A primera vista, parece una estación de esquí con sus laderas blancas y brillantes, pero esta increíble formación no es nieve, sino calcita depositada por aguas termales geotermales que emergen del subsuelo.
Conocido como el «Castillo de algodón», Pamukkale es una mezcla de naturaleza y historia. Los antiguos griegos y romanos lo consideraban un santuario, debido a las aguas termales que se creían portales a lo desconocido. Actualmente, este sitio es un Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO y sigue atrayendo a visitantes de todo el mundo.
Las terrazas de travertino, formadas por el flujo constante de agua rica en minerales, crean piscinas naturales de un azul lechoso que parecen sacadas de un cuento de hadas. Muchos turistas visitan este mágico lugar para sumergirse en sus piscinas y disfrutar de sus beneficios terapéuticos.
Aunque la mayoría de las terrazas han sido cerradas para preservar su belleza, todavía se puede disfrutar de las piscinas serenas que caen en cascada por la colina. Además, aquellos que buscan una experiencia más completa pueden dirigirse a la Piscina Antigua, donde es posible nadar entre las ruinas sumergidas de un antiguo templo de Apolo.
Pamukkale es también la entrada a Hierápolis, una antigua ciudad romana famosa por su teatro y su Plutonio, un lugar venerado como una puerta al infierno. A medida que se exploran estos antiguos sitios, el legado geotérmico de la región sigue vivo, con manantiales burbujeantes y ciudades cercanas que aún aprovechan la energía de las profundidades de la Tierra.
Este destino único, que combina el encanto natural con la historia, sigue siendo un testimonio del poder de la naturaleza y un lugar que transporta a quienes lo visitan a otra época, mientras disfrutan de las maravillas de sus aguas efervescentes.