Lo que comenzó como una tarde rutinaria en las aguas de Honolulu se convirtió en una pesadilla para Kahiau Kawai, un joven de 17 años que pasó más de 11 horas varado en el océano Pacífico antes de ser rescatado. El incidente ocurrió cuando su kayak volcó durante un entrenamiento con su equipo de la escuela, arrastrándolo lejos de la costa y dejándolo a merced de las corrientes.
Kahiau estaba practicando con su equipo de kayak cuando, sin previo aviso, una fuerte corriente volcó su kayak surf ski de seis metros. Con las olas en su contra y el sol desapareciendo en el horizonte, pronto se encontró luchando por su vida, sin su remo y con pocas esperanzas de que alguien lo viera. “Las olas eran demasiado fuertes, y me alejaba más con cada minuto que pasaba”, relató.
La situación se tornó aún más peligrosa cuando la oscuridad se apoderó del océano. Sin chaleco salvavidas, Kahiau alternaba entre nadar y aferrarse a su kayak. Su única opción era mantener la calma y esperar que las autoridades, que ya habían sido alertadas por sus compañeros, lo encontraran a tiempo. Mientras él intentaba relajarse y conservar energías, más de 50 rescatistas, incluidos los guardacostas de EE. UU., comenzaron la búsqueda.
Entre ellos se encontraba Noland Keaulana, un socorrista veterano fuera de servicio, que fue alertado personalmente de la desaparición por su esposa. Aunque al principio dudó en unirse al rescate, finalmente decidió que no podía quedarse al margen. Para cuando salió en su embarcación, ya habían pasado varias horas, y la desesperación se apoderaba de quienes lo buscaban.
“Cada hora que pasaba me hacía perder la esperanza. Pensaba en el peor de los casos”, confesó Keaulana. Mientras tanto, Kahiau divisaba helicópteros y embarcaciones de búsqueda desde la distancia, pero ninguno parecía lo suficientemente cerca para verlo. La situación empeoraba y su resistencia física comenzaba a disminuir.
Cerca de las 4 de la mañana, tras una intensa búsqueda, un avión de la Guardia Costera avistó el kayak y lanzó una bengala para señalar la ubicación. Keaulana, el rescatador más cercano, recibió la alerta y se dirigió hacia el lugar. Al llegar, divisó al joven aferrado a su kayak, flotando en el agua. “¡Kahiau!”, gritó con la esperanza de que estuviera consciente. La respuesta del joven, calmada y firme, lo emocionó hasta las lágrimas: “Sí”.
Cuando finalmente lo subieron al bote, Kahiau había sobrevivido casi 12 horas solo en el océano, enfrentándose a corrientes traicioneras y el temor de no ser encontrado. A pesar de estar gravemente afectado por la hipotermia, su fortaleza física y mental lo habían mantenido con vida.
El rescate fue recibido con euforia por su familia, que pasó la noche en vela, temiendo lo peor. Su madre, Kelehua Kawai, describió el alivio como una explosión de alegría. “Pasamos de la peor noche de nuestras vidas a la mejor mañana”, dijo emocionada.
Afortunadamente, Kahiau fue dado de alta del hospital poco después y pudo reunirse con su equipo de kayak, donde fue recibido como un verdadero sobreviviente. “Esta experiencia me enseñó que soy capaz de manejar cosas más grandes de lo que pensaba”, reflexionó. Aunque el incidente lo marcó, el joven no ha dejado que el miedo lo aleje del océano, y asegura que seguirá practicando kayak, pero ahora con una perspectiva mucho más profunda sobre los peligros del mar.