El emblemático Monte Fuji de Japón enfrenta un fenómeno sin precedentes: a pocos días de noviembre, su cumbre sigue sin el característico manto blanco de nieve, lo cual rompe un récord de 130 años. La primera nevada de la temporada, que suele llegar a principios de octubre, aún no ha cubierto los picos de la montaña más alta de Japón, generando una creciente preocupación por los efectos de la crisis climática en este ícono natural y cultural.
Según la Oficina Meteorológica de Japón, el Monte Fuji, que normalmente comienza a recibir nevadas el 2 de octubre, aún no ha experimentado esta primera nevada debido a un otoño inusualmente cálido. La falta de nieve este 29 de octubre supera los récords anteriores de 1955 y 2016, cuando las primeras nevadas se registraron el 26 de octubre. Las altas temperaturas de este año han sido notorias, ya que Japón vivió el verano más caluroso desde que se llevan registros, con temperaturas promedio de junio a agosto 1.76 grados Celsius por encima de lo habitual. El impacto del fenómeno climático El Niño y la quema de combustibles fósiles están entre las principales causas de este aumento de calor.
Este calor extremo no se limitó solo a Japón. Durante el verano, las temperaturas globales alcanzaron niveles históricos, y 2024 podría convertirse en el año más caluroso registrado. Expertos de Climate Central sostienen que el calor inusual en Japón fue tres veces más probable debido al cambio climático, destacando el riesgo que representa para el planeta el aumento de temperatura global por encima de 1.5 grados.
La falta de nieve en el Monte Fuji es solo uno de los indicadores preocupantes de los efectos de la crisis climática. Los inviernos más cálidos no solo alteran la nieve en la región, sino que impactan en el turismo, la economía, los suministros de agua y alimentos, y hasta la salud de la población debido al aumento de alergias. La nevada tardía en Fuji podría ser una advertencia del futuro climático, que afectará tanto a ecosistemas como a comunidades enteras.
Situado entre las prefecturas de Yamanashi y Shizuoka, el Monte Fuji se eleva 3,776 metros sobre el nivel del mar y es un Patrimonio Mundial de la UNESCO. Esta montaña, cuya cima suele permanecer nevada la mayor parte del año, se convierte en destino de miles de escaladores durante la temporada de ascenso en verano. No obstante, el sobreturismo ha traído desafíos adicionales. Las autoridades japonesas introdujeron este año un impuesto turístico y límites diarios de visitantes, con el fin de proteger la montaña de la sobreexplotación y el desgaste de sus instalaciones.
A medida que el cambio climático modifica los patrones de estaciones y temperaturas, el Monte Fuji nos recuerda el impacto real de la crisis ambiental global. Su cima, hoy desprovista de nieve en una temporada donde debería estar cubierta, es una señal de alerta para repensar nuestras prácticas y reducir las emisiones de carbono que alteran el equilibrio climático del planeta.