Después de 40 años de encierro en un recinto del exzoológico de Mendoza, Kenya, la última elefanta que vivía en cautiverio en Argentina, ya partió rumbo al Santuario de Elefantes de Brasil, en el estado de Mato Grosso. Su traslado marca el cierre de un ciclo que comenzó en 2017 y que, tras años de lucha, deja al país libre de elefantes en cautiverio.
El viaje de casi 4000 kilómetros se realiza en camión, en una caja especial acondicionada para garantizar su seguridad y bienestar. Durante el trayecto, será acompañada por su cuidador de siempre, veterinarios, especialistas de la Fundación Franz Weber y otras personas que participaron en su preparación, como el actor Nicolás Pauls. El ritmo del traslado será definido por Kenya: si muestra señales de estrés, se harán paradas para calmarla, alimentarla o simplemente dejarla descansar.
Kenya llegó a Argentina en 1984 desde un zoológico alemán cuando tenía apenas 4 años, tras ser arrancada de su entorno natural. Como muchos otros elefantes cautivos, vivió décadas en soledad, sin poder caminar libremente ni socializar, lo que afecta gravemente su salud física y mental.
Su liberación es el resultado de siete años de trabajo cuidadoso, que incluyó entrenamientos para que aceptara voluntariamente el traslado, adecuación del santuario brasileño y gestiones diplomáticas aceleradas por Karina Milei y Daniel Scioli. Fue un proceso largo, pero necesario para que pudiera viajar sin sufrimiento.

Kenya se sumará a otras elefantas rescatadas como Mara, Guillermina y Pupy. Esta última, de origen africano como Kenya, ya se encuentra en el santuario recorriendo senderos, bañándose y cubriéndose de tierra roja, como haría cualquier elefanta en libertad. Aunque no se conocen, se espera que Pupy guíe a Kenya en esta nueva etapa, un futuro en la naturaleza, alejada del encierro y el maltrato.
Con su partida, se cierra un capítulo lleno de pérdidas —como las de Pelusa, Kuky, Tamy y Merry, que murieron antes de ser liberadas—, pero también de logros. “Cada elefanta representa una historia y una deuda histórica que quisimos reparar”, expresó Tom Sciola, de la Fundación Franz Weber.
Argentina marca así un precedente ético y científico: ningún elefante volverá a ser exhibido en jaulas. El viaje de Kenya no es solo un traslado. Es una victoria. Un homenaje a quienes ya no están y un recordatorio de que la libertad siempre vale la pena.
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