El icónico fresco será sometido a un mantenimiento extraordinario a partir de enero de 2026, con el objetivo de devolverle su esplendor antes de la Semana Santa.
El Juicio Final, la obra maestra pintada por Miguel Ángel entre 1536 y 1541 en la pared del altar de la Capilla Sixtina, se prepara para uno de los trabajos de conservación más importantes de las últimas décadas.

Paolo Violini, nuevo director del Laboratorio de Restauración de Pinturas y Materiales de Madera de los Museos Vaticanos, anunció que las obras comenzarán en enero de 2026 y se extenderán durante varios meses. El plan es concluir en marzo, justo antes del inicio de la Semana Santa, para que los visitantes puedan volver a admirar la obra sin obstáculos.
“Estas intervenciones complementarán el mantenimiento regular que hacemos cada año. Pero, debido al enorme flujo de visitantes, ha sido necesario planificar un trabajo más exhaustivo”, explicó Violini.
Una obra imponente y compleja
El fresco, de más de 13 metros de altura y cerca de 400 figuras en movimiento, representa la visión del Apocalipsis: la resurrección de los muertos, el juicio de las almas y su condena o salvación. La figura central de Cristo domina la escena, rodeado de santos y mártires, mientras a su derecha los elegidos ascienden al cielo y a su izquierda los condenados caen al infierno.

La composición de Miguel Ángel, cargada de dramatismo y dinamismo, rompió con el clasicismo renacentista e incorporó referencias mitológicas, como Caronte y el demonio Minos, integradas en el relato cristiano.
Andamios, plataformas y 12 restauradores trabajando a la vez
Para llevar a cabo esta intervención, se instalarán andamios que cubrirán por completo el muro, con una docena de plataformas y un sistema de elevadores que permitirá trabajar simultáneamente a 10 o 12 especialistas, reduciendo los tiempos y limitando la obstrucción de la vista del público.
El objetivo principal es preservar los colores y detalles originales revelados en la última gran restauración, realizada entre 1990 y 1994, que recuperó la intensidad cromática perdida durante siglos.
Con esta nueva intervención, el Vaticano busca asegurar que una de las obras más emblemáticas del arte universal siga deslumbrando a millones de visitantes en las próximas décadas.


