En un barrio tranquilo de Alemania, donde lo normal es escuchar ladridos o maullidos detrás de las cercas, una familia comparte su hogar con una mascota muy poco común: un caimán americano hembra de más de dos metros y 100 kilos de peso, conocida como la Señora Meyer.
Su historia comenzó hace más de cuatro décadas, cuando el padre de Krystian Kaulis, un artista de circo, llevó a casa una pequeña cría de caimán. Lo que parecía un recuerdo exótico pronto se convirtió en un miembro más de la familia. Krystian creció junto a Meyer, al punto de considerarla su “hermana mayor” y compañera inseparable en viajes, giras y juegos de infancia.
Hoy, con 45 años, la Señora Meyer sigue siendo parte del día a día de los Kaulis. Vive en una piscina climatizada especialmente acondicionada con calefacción y luz térmica para simular su hábitat natural. Allí pasa la mayor parte del tiempo descansando o nadando, aunque conserva la fuerza de sus mandíbulas y la agilidad de un depredador. Su dieta consiste en pollo, trucha, corazón de res y, ocasionalmente, roedores, con menor frecuencia durante el invierno.
A lo largo de los años, ha acompañado a la familia en giras circenses por el mundo y, tras el retiro de Kaulis en 2016, se instaló definitivamente en la propiedad familiar. Pese a su aspecto imponente, sus cuidadores aseguran que nunca ha atacado a nadie y la describen como perezosa y tranquila, casi como un “peluche gigante”.
El caso de la Señora Meyer es extraordinario no solo por la convivencia, sino también porque los caimanes americanos suelen habitar pantanos, ríos y lagos del sureste de Estados Unidos, y un ejemplar en cautiverio puede vivir más de medio siglo, llegando incluso a superar los 70 años en algunos registros. Con los cuidados que recibe, Meyer podría alcanzar fácilmente esa longevidad.
Las autoridades alemanas han evaluado de cerca su situación y han autorizado que permanezca en la casa de los Kaulis, confirmando que cuenta con las condiciones necesarias para su bienestar.
Aunque esta historia puede sonar entrañable, expertos advierten que los caimanes no son animales de compañía recomendables: requieren infraestructura especializada, conocimiento profundo de su comportamiento y un respeto absoluto por su naturaleza salvaje. Sin embargo, en este rincón de Alemania, la Señora Meyer es algo más que un reptil exótico: es parte de una familia que la cuida desde hace 40 años y que ya no concibe la vida sin ella.