Vladislav Duda huyó de Ucrania con lo mínimo: dejó su casa, sus pertenencias y su país. Pero no dejó atrás a Peach, su pequeño gato naranja. Durante la huida, al cruzar las montañas hacia Rumania, una tormenta de nieve los atrapó. Duda resbaló y cayó por un barranco, quedando completamente solo. Sin comida. Sin ayuda. Pero con Peach a su lado.
Durante casi 24 horas, Duda luchó contra el frío extremo mientras se aferraba a su gato. Y Peach, con su diminuto cuerpo, le ofrecía calor y compañía. Cuando finalmente el equipo de rescate rumano lo encontró, Duda estaba empapado y con hipotermia severa, pero no soltaba a Peach ni un instante. Ni siquiera en la ambulancia.
“La única preocupación que tenía era el gato. No se preocupaba por sí mismo”, relató Dan Benga, director del equipo de rescate.
Ambos fueron trasladados al hospital, donde comenzaron su recuperación. No solo se recuperaban del frío, sino también del trauma de haber dejado atrás todo lo que conocían.
En esta historia, Peach no fue solo un animal de compañía: fue abrigo, compañía y vida. Un recordatorio de que, a veces, los milagros no consisten solo en ser rescatados, sino en tener a alguien que permanezca a tu lado en los momentos más difíciles.
