La Tierra “respira” cada 20 minutos tras el terremoto de Kamchatka

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El terremoto de magnitud 8,8 que sacudió la península de Kamchatka (Rusia) el pasado 30 de julio no solo se convirtió en uno de los diez mayores sismos registrados en la historia, sino que además dejó un fenómeno fascinante: la Tierra se “hincha” y “deshincha” cada 20 minutos como consecuencia de la energía liberada.

Investigadores del Instituto de Geociencias de Barcelona (Geo3Bcn – CSIC) explican que las ondas sísmicas generadas recorren el planeta y aún se detectan más de 20 días después, provocando una dilatación y contracción periódica del radio terrestre, un fenómeno conocido como la “respiración de la Tierra”.

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Ondas que viajan miles de kilómetros

Los sismógrafos instalados en Toledo registraron el paso repetido de las ondas sísmicas, que llegaron a circunvalar la Tierra hasta cuatro veces en cada dirección. Esto supone recorridos de más de 150.000 kilómetros, es decir, más de un tercio de la distancia que separa a nuestro planeta de la Luna.

Cada vez que estas ondas de superficie completan su vuelta, generan vibraciones que hacen que la Tierra resuene de manera similar a una campana tras ser golpeada. Esa resonancia puede mantenerse activa durante semanas o incluso meses tras un gran seísmo.

La “respiración” del planeta

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Uno de los modos de resonancia detectados, conocido como 0S0, se manifiesta en ciclos de 20,5 minutos en los que la Tierra se expande y contrae ligeramente. “Es como si el planeta respirara de forma lenta y regular”, señalan los científicos, quienes destacan que este modo sufre muy poca atenuación, por lo que puede observarse incluso dos meses después del evento sísmico.

Una ventana al interior de la Tierra

Más allá de lo llamativo del fenómeno, estas observaciones son clave para comprender mejor la estructura interna de la Tierra. El análisis de los distintos modos de resonancia permite estudiar propiedades físicas de las capas más profundas del planeta, ofreciendo pistas valiosas sobre su composición y dinámica.

Así, el gran terremoto de Kamchatka no solo sacudió violentamente la superficie, sino que también dejó al descubierto un recordatorio de la naturaleza viva y vibrante de la Tierra: un planeta que, tras un sismo colosal, sigue “respirando” en silencio bajo nuestros pies.

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