Un hallazgo en yacimientos del sudeste asiático acaba de reescribir la historia de la momificación. Investigadores identificaron restos humanos de hasta 12.000 años de antigüedad, lo que los convierte en las momias más antiguas conocidas hasta ahora en todo el planeta.
El descubrimiento, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, adelanta en casi cinco milenios el inicio de esta práctica funeraria y desplaza el foco de Egipto, hasta ahora considerado el centro de la tradición.
Hasta hoy, las momias más antiguas aceptadas por la arqueología eran las de la cultura Chinchorro, un pueblo de pescadores que habitó en el norte de Chile y el sur de Perú hace unos 7000 años.
Los nuevos análisis abarcaron 54 entierros pre-neolíticos en 11 sitios arqueológicos de China, Vietnam, Filipinas, Laos, Tailandia, Malasia e Indonesia. Allí, los investigadores encontraron cráneos quemados y cuerpos en posición de cuclillas, preparados con técnicas que descartaban muertes accidentales.
El estudio de los huesos reveló alteraciones químicas, decoloraciones y restos de hollín, señales de que los cuerpos habían sido ahumados y secados con calor controlado para frenar la descomposición. Cerca del 84% de las muestras presentaban estas evidencias.
Según explicó el antropólogo Hirofumi Matsumura, de la Universidad Médica de Sapporo (Japón), este ritual permitía a las comunidades “mantener conexiones físicas y espirituales con los antepasados”.
El hallazgo ofrece un contraste fascinante: mientras las momias egipcias surgieron en una civilización altamente jerárquica, las de Asia corresponden a sociedades de cazadores-recolectores que, pese a su aparente sencillez material, desarrollaron complejas prácticas simbólicas.
Lejos de haber desaparecido, la momificación persiste en el mundo moderno. Pueblos de Australia y Papúa Nueva Guinea aún preservan a sus muertos mediante el ahumado y el secado, confirmando que esta tradición ancestral sigue viva como parte de un legado cultural milenario.

