Lo que para muchos es basura, para ellas fue la base de un sueño. En la isla brasileña de Itamaracá, una madre y su hija levantaron una vivienda ecológica hecha con más de 8.000 botellas de vidrio recicladas, transformando desechos en una joya arquitectónica sostenible que hoy deslumbra al mundo.
Edna Dantas, educadora socioambiental, y su hija Maria Gabrielly crecieron rodeadas de limitaciones, pero también de ingenio. “De niña fabricaba mis propios juguetes con bambú y reciclaba lo que podía. No sabíamos que era activismo ambiental, era simplemente cómo sobrevivíamos”, contó Edna al medio brasileño Globo.
Inspirada por los residuos que encontraba en las playas, en 2020 decidió dar vida a un proyecto diferente: construir una casa con botellas de vidrio. Así nació la Casa de Sal, una vivienda ubicada a apenas 100 metros del mar, creada totalmente a mano y sin asistencia profesional.
Durante dos años, madre e hija recolectaron materiales reciclados —madera, vidrio y palés— y limpiaron cada botella con lana de acero y espátulas. “Queríamos hacerlo nosotras mismas. Muchos no creían que pudiéramos, pero lo logramos”, explica Maria.

El resultado fue una casa con siete habitaciones, muros de vidrio que reflejan la luz del amanecer, techos elaborados con tubos de pasta de dientes reciclados, un baño seco exterior y muebles reutilizados. Todo pensado para minimizar el impacto ambiental.
Hoy, la Casa de Sal no solo es un ejemplo de creatividad y sostenibilidad, sino también un destino turístico. Desde enero de 2025, está disponible en Airbnb, donde huéspedes pueden disfrutar de “un amanecer único, gracias al brillo de las 8.000 botellas que iluminan el hogar”, como destacan sus creadoras.
Más que una vivienda, esta obra representa un legado familiar y ambiental. “Queremos inspirar a otras personas a mirar los desechos de otra manera”, afirma Edna. Y lo lograron: la casa hecha de botellas no solo refleja luz, también esperanza.

