El artista italiano Salvatore Garau sorprendió al mundo del arte al vender una escultura invisible por 17.000 dólares. La obra, titulada “Io Sono” (Yo soy), no tiene forma física ni material, y fue exhibida en un espacio vacío de 1,5 metros por 1,5 metros. El comprador, cuyo nombre no fue revelado, recibió únicamente un certificado de autenticidad firmado por el propio Garau como comprobante de la adquisición.
Según el artista, la pieza existe aunque no se vea, ya que está “hecha de aire y espíritu”. En su visión, el arte no siempre necesita materia para existir, y el simple hecho de pensar en la obra la hace real. “La nada también es arte”, defiende Garau, quien considera que el vacío genera reflexión, percepción e inquietud, lo que ya la convierte en una experiencia artística.
El certificado de autenticidad describe la pieza como una “escultura inmaterial” que debe ser colocada en un espacio libre de cualquier obstáculo. También señala dimensiones aproximadas de 200 x 200 centímetros, y especifica su registro con el número IM5, además de su procedencia en una colección privada de Milán.
La historia volvió a viralizarse después de que el popular perfil británico Pubity, con más de 40 millones de seguidores, compartiera la noticia en Instagram. La publicación superó el millón de “me gusta” y generó un intenso debate entre usuarios que se dividieron entre quienes elogiaron la audacia del concepto y quienes lo consideraron una burla al mundo del arte contemporáneo.
Garau, que ya ha realizado otras instalaciones basadas en el concepto del vacío, sostiene que su trabajo invita a replantear el valor del arte y la imaginación humana. “Es precisamente el vacío lo que da poder a la obra”, afirma. “No todo lo que no se ve deja de existir; a veces lo invisible es lo más profundo”.

