Chile acaba de dar un paso histórico en la protección de su costa: el Senado aprobó una ley pionera que reconoce las olas como patrimonio natural, deportivo y cultural del país. La norma busca resguardar los rompientes más emblemáticos de los más de 4.300 kilómetros de litoral chileno, considerados verdaderos tesoros tanto para el medio ambiente como para el surf. Solo resta la firma presidencial para que entre oficialmente en vigor.
La legislación obliga a las autoridades locales a identificar, registrar y conservar los puntos donde rompen las olas utilizadas para el surf y otros deportes acuáticos. Además, prohíbe cualquier construcción o actividad que altere su dinámica natural, como muelles o eventos que modifiquen la forma en que las olas rompen.
“Estamos hablando de un patrimonio vivo y dinámico que debe ser resguardado con visión de futuro”, expresó el senador José Miguel Durana, uno de los impulsores del proyecto.
Desde la Federación Chilena de Surf celebraron la medida y la calificaron de “histórica”, subrayando que el surf ya forma parte de la identidad y la economía del país. “Después de siete años de trabajo entre surfistas, comunidades costeras y autoridades, se da un paso enorme hacia la protección real de nuestras olas”, afirmó la organización en un comunicado.
El modelo chileno sigue los pasos de Perú, pionero en América Latina con su “Ley de Rompientes” de 2013, que busca proteger al menos 100 olas antes de 2030.
Entre los spots más emblemáticos que podrían beneficiarse destacan Punta de Lobos en Pichilemu —considerada una de las mejores izquierdas del mundo—, además de Arica, Iquique y Buchupureo, destinos icónicos del surf chileno.
Aunque la ley llega tarde para lugares que ya sufrieron alteraciones, como Pellines, expertos y defensores del océano coinciden en que se trata de un avance decisivo hacia un desarrollo costero sostenible, donde deporte, cultura y naturaleza convivan en equilibrio.
