Colombia dio un paso histórico en materia ambiental: se convertirá en el primer país del mundo en certificar un bosque natural manejado por comunidades negras bajo los estándares internacionales del Forest Stewardship Council (FSC). El proyecto, liderado por la Asociación Forestal de Desarrollo de Maderas (Asofodema), marca un antes y un después en la relación del país con sus ecosistemas y comunidades rurales.
Actualmente, Colombia cuenta con más de 216.000 hectáreas certificadas por FSC, consolidando su liderazgo en el manejo forestal sostenible. Pero esta nueva certificación representa algo más que un logro ambiental: también es un avance social. Según Daniel Bedoya, representante del FSC para Colombia, Venezuela y Panamá, el modelo “combina gobernanza comunitaria, conservación y generación de empleo formal”.
Más de 8.000 familias afrodescendientes, indígenas y campesinas participan en procesos de certificación que ya lograron reducir en 38% la deforestación en los territorios donde se aplican. A diferencia de la tala comercial tradicional, las prácticas avaladas por FSC son de bajo impacto: “En algunos casos se aprovechan solo seis o siete árboles por hectárea”, explicó Bedoya.
La certificación tiene una validez de cinco años e implica auditorías anuales independientes. Además, FSC impulsa alianzas con empresas de Europa, Estados Unidos y Centroamérica interesadas en madera tropical certificada, para fortalecer la economía de las comunidades. El objetivo es que estas puedan avanzar hacia la transformación local de la madera, creando productos elaborados con sello FSC.
El desafío más grande, según Bedoya, ha sido formalizar el empleo en el sector forestal, garantizando seguridad social y condiciones laborales adecuadas. Sin embargo, el cambio ya se está notando: “Cada vez más vemos esos avances, y este es el ejemplo que pronto será certificado”, aseguró.
Detrás del sello FSC hay historias humanas: familias que acceden a trabajo digno, salud y pensión, comunidades que protegen los bosques y organizaciones que promueven la equidad de género y la no discriminación.
Con iniciativas como esta, Colombia reafirma su compromiso con un modelo de desarrollo que une sostenibilidad, inclusión y conservación, transformando la manera en que el país se relaciona con su riqueza natural.
