Un hallazgo tan inesperado como espectacular acaba de reescribir parte de la historia prehistórica de Europa. En pleno Parque Nacional del Stelvio, en los Alpes italianos, investigadores descubrieron la mayor concentración de huellas de dinosaurios jamás encontrada en el continente, una auténtica “autopista” fósil que data de hace 210 millones de años, durante el Triásico Superior.
El descubrimiento ocurrió en la remota Val di Fraele, en Lombardía, cuando el fotógrafo de naturaleza Elio Della Ferrera detectó desde lejos una serie de marcas alineadas en una pared rocosa casi vertical. Lo que parecían simples depresiones resultaron ser miles de huellas perfectamente conservadas, algunas de hasta 40 centímetros de diámetro, con dedos y garras claramente visibles.
Tras dar aviso al paleontólogo Cristiano Dal Sasso, del Museo de Historia Natural de Milán, el hallazgo fue rápidamente validado: se trataba de pisadas de grandes dinosaurios herbívoros que cruzaron la zona cuando los Alpes aún no existían.
En aquel entonces, el paisaje era muy distinto. Donde hoy hay montañas a más de 2.400 metros de altura, existía una llanura costera tropical, bañada por el océano Tetis. El barro de esas planicies capturó las pisadas que, con el paso de millones de años y el choque de las placas tectónicas, quedaron elevadas y petrificadas en las rocas dolomíticas.
La mayoría de las huellas pertenecen a prosaurópodos, dinosaurios de cuello largo considerados precursores de los grandes saurópodos del Jurásico. Uno de los principales candidatos es Plateosaurus engelhardti, un animal que podía alcanzar los 10 metros de largo. Algunas huellas incluso muestran apoyo de las extremidades delanteras y desplazamientos paralelos, lo que sugiere comportamiento social en manadas, algo poco común para ese período.
El yacimiento es colosal: se extiende a lo largo de casi cinco kilómetros, con al menos 30 puntos de afloramiento y densidades de hasta seis huellas por metro cuadrado. Solo una de las capas estudiadas conserva unas 2.000 huellas intactas, con un nivel de detalle excepcional.
Debido a la dificultad de acceso, los científicos estudiarán el sitio con drones, fotogrametría y tecnología de teledetección, una estrategia clave para documentar el yacimiento sin dañarlo y asegurar su conservación. Una ventana única al pasado remoto del planeta que permaneció a la vista, pero oculta, durante más de 200 millones de años.
