El Gobierno de Nueva Zelanda anunció ayer que se propone imponer a los visitantes un impuesto de entre 25 a 35 dólares locales (de 17,4 a 24,4 dólares) ante el aumento de turistas en el país.
La tasa, a la que no estarán sujetos los visitantes procedentes de Australia y las islas del Pacífico, se aplicaría a los turistas que entren al país por menos por 12 meses y se cobrará a través de las solicitudes de visado o de la Autoridad Electrónica de Viajes (ETA, en inglés).
La isla recibe cada año unos 3,8 millones de visitantes.
Según el ministro, la iniciativa generaría entre 60 y 80 millones de dólares neozelandeses en el primer año.
El gobierno defendió la medida «para garantizar que nuestros visitantes internacionales contribuyen a las infraestructuras que utilizan y ayuden a proteger el espacio natural del que gozan».
También se exceptuará del pago a diplomáticos, militares, personal médico y humanitario, así como también los pasajeros en tránsito, a los acreedores de visados de visita de negocios y del APEC o niños menores de dos años, entre otros.