En una de las tragedias más devastadoras de los últimos tiempos, se teme que casi 670 personas hayan perdido la vida tras un catastrófico deslizamiento de tierra en una región remota del norte de Papúa Nueva Guinea, según cifras oficiales de la ONU.
El siniestro ocurrió este viernes y ha sumido a la comunidad internacional en una profunda consternación. Según el Jefe de Misión de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en el país, Serhan Aktoprak, más de 150 casas en la aldea de Yambali quedaron completamente sepultadas bajo toneladas de escombros y tierra.
Yambali, con una población inicial reportada de casi 3,900 personas, ha visto su número de residentes revisado al alza tras nuevas estimaciones de los funcionarios locales y del consejero del distrito. Aktoprak reveló que más de 250 casas han sido evacuadas, desplazando a alrededor de 1,250 personas que ahora buscan refugio temporal en las casas de familiares y amigos cercanos.
La situación en el lugar del desastre sigue siendo extremadamente peligrosa. «La zona continúa presentando un ‘riesgo extremo‘ debido a la inestabilidad del terreno, con rocas que siguen cayendo y el suelo sometido a una presión creciente«, advirtió Aktoprak. Los habitantes de Yambali, en su desesperación, están recurriendo a métodos rudimentarios para rescatar a sus seres queridos, utilizando palos de excavación, palas y horquillas agrícolas para remover los escombros.
El devastador evento ha desencadenado un llamado urgente a la comunidad internacional para que brinde ayuda y asistencia a las víctimas y desplazados. Las imágenes aéreas capturadas muestran la magnitud del deslizamiento, con vastas áreas de tierra desplazadas y hogares reducidos a montones de escombros.
Esta tragedia no solo ha causado una pérdida inmediata de vidas y viviendas, sino que también plantea un desafío a largo plazo para la reconstrucción y recuperación de la región afectada. La asistencia humanitaria será crucial en los próximos días y semanas para apoyar a los sobrevivientes y prevenir más desastres en esta área propensa a deslizamientos.
La comunidad internacional observa con preocupación y tristeza, mientras Papúa Nueva Guinea enfrenta una de sus pruebas más difíciles. La resiliencia y la solidaridad serán esenciales para superar esta tragedia y comenzar el arduo proceso de reconstrucción.