Bangkok intenta enfriar el cielo para combatir una contaminación fuera de control

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Redactora
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En medio de una crisis ambiental sin precedentes, las autoridades de Tailandia están apostando por una medida tan audaz como experimental: enfriar las nubes tóxicas que cubren Bangkok con agua helada e incluso hielo seco, en un intento por frenar los niveles alarmantes de contaminación atmosférica.

La capital tailandesa, con más de 10 millones de habitantes, atraviesa uno de sus peores episodios de polución en años. Según datos oficiales, los niveles de micropartículas PM2.5—consideradas altamente cancerígenas—superan hasta siete veces los máximos recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

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El impacto es devastador: más de un millón de personas se han enfermado desde finales de 2023, y se estima que el costo sanitario ya supera los 88 millones de dólares. La situación llevó al cierre de más de 350 escuelas y cientos de establecimientos, mientras las autoridades luchan contra una mezcla explosiva de emisiones de vehículos, incendios agrícolas y condiciones meteorológicas que atrapan los contaminantes sobre la ciudad.

Ante este panorama, el gobierno decidió lanzar una iniciativa de alto riesgo: aviones que vuelan dos veces al día para rociar hielo seco (dióxido de carbono solidificado) o agua fría sobre las capas altas del cielo, con la esperanza de romper la inversión térmica que impide la dispersión de la contaminación.

El gobernador de Bangkok, Chadchart Sittipunt, reconoció que se trata de una estrategia experimental: “No hay garantías, pero necesitamos actuar ya”, declaró en una rueda de prensa.

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Aunque la técnica no es nueva—algunos países la han utilizado como parte de la polémica «siembra de nubes» para provocar lluvias—los expertos advierten que no existen estudios concluyentes sobre los posibles efectos secundarios de liberar hielo seco en la atmósfera, un gas de efecto invernadero que podría traer consecuencias impredecibles.

Por ahora, Bangkok continúa bajo una densa nube gris. Y mientras la ciudad lucha por respirar, el cielo se convierte en el nuevo campo de batalla en la guerra contra la contaminación.

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