Buenos Aires–San Pablo en lo que dura un café: el tren futurista que promete volar a 1.000 km/h

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Un viaje internacional en 60 minutos. No en avión. En tren. Suena imposible, pero un nuevo megaproyecto tecnológico está reescribiendo las reglas del transporte mundial. Se trata del T-Flight, un sistema experimental que combina levitación magnética con túneles de baja presión, capaz de alcanzar velocidades que podrían superar los 1.000 km/h, algo nunca visto en un medio terrestre.

Desarrollado por la China Aerospace Science and Industry Corporation (CASIC), este tren no solo apunta a superar a los aviones comerciales —que rondan los 860 km/h—, sino a transformar por completo los viajes de larga distancia. En teoría, trayectos equivalentes a un Buenos Aires–Brasil podrían completarse en una sola hora, un tiempo impensado para cualquier infraestructura ferroviaria actual.

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¿Cómo puede ir tan rápido?

La clave está en eliminar la fricción y casi todo el aire a su alrededor. El tren flota gracias a potentes imanes que lo mantienen separado de la vía, evitando el desgaste y el rozamiento. Además, se mueve dentro de un túnel presurizado, donde la resistencia del aire es mínima.

El resultado: una aceleración casi instantánea. En pruebas recientes, un prototipo recorrió dos kilómetros y alcanzó los 650 km/h en apenas siete segundos, un registro sin precedentes.

A corto plazo, el proyecto apunta a operar cerca de los 800 km/h; a largo plazo, romper la barrera de los 1.000 km/h.

Internet 5G a toda velocidad

El equipo liderado por el profesor Tiecheng Song resolvió otro desafío monumental: mantener la conectividad dentro de un tren que se mueve más rápido que un avión. Para lograrlo, instalaron cables paralelos en las paredes del túnel, lo que permitió transmitir señal 5G estable, con videostreaming y juegos online sin interrupciones.

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Viajes que cambiarían el mapa

Si el T-Flight llegara a implementarse comercialmente, un trayecto como Pekín–Shanghái (1.200 km) se completaría en una hora. Hoy, los trenes más rápidos tardan entre cuatro y cinco, y un avión requiere cerca de dos horas más las esperas.

Proyectado a Sudamérica, un recorrido equivalente —como la distancia entre Buenos Aires y la frontera brasileña— también podría realizarse en menos de 60 minutos.

Un avance que, si se concreta, no solo desafiaría a la aviación: redefiniría la forma en que viajamos.

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