Los lugares abandonados a menudo tienen un atractivo inquietante y, al mismo tiempo, hipnotizador. Un ejemplo claro de esto se encuentra en Burj Al Babas, en Turquía. En la provincia de Bolu, entre Estambul y Ankara, en la parte noroccidental del país, a unas cuatro horas de la bulliciosa ciudad de Estambul, se encuentra esta asombrosa colección de castillos en miniatura, que se encuentran a medio construir y han sido abandonados. Estos castillos tienen un diseño inspirado en la arquitectura francesa y turca y se asemejan a edificios de cuentos de hadas. Sin embargo, las imágenes resultantes podrían recordar a escenas de una película de Disney, si no fuera por las calles desiertas y la melancolía que rodea esta ambiciosa idea que nunca llegó a completarse.
Como suele suceder con la mayoría de los pueblos fantasmas, Burj Al Babas comenzó con un propósito muy diferente. Inicialmente, los 587 castillos que se llegaron a construir como parte de este proyecto, y que nunca fueron demolidos, estaban destinados a ser lujosas residencias para aquellos que anhelaban tener su propio palacio con vistas a los exuberantes bosques de la región. El proyecto original contemplaba la construcción de 700 castillos, cada uno de los cuales tenía un costo estimado de entre 400,000 y 500,000 euros, ofreciendo a sus habitantes la posibilidad de disfrutar del clima mediterráneo en medio de la opulencia y la extravagancia, con terrazas de estilo gótico que se asomaban a hermosos jardines rodeados de tejados cónicos de pizarra. Además, la visión de Sarot Group, la empresa desarrolladora, incluía la construcción de un centro comercial, restaurantes, spas, baños turcos e incluso un campo de golf para satisfacer las necesidades de sus adinerados residentes.
Sin embargo, una serie de factores se unieron para poner fin de manera prematura a este proyecto. Desde el principio, la construcción generó críticas por parte de los habitantes locales, quienes no podían comprender por qué se estaba erigiendo algo que carecía de coherencia estética con la rica historia de las mansiones otomanas circundantes. Además, las prácticas medioambientales del proyecto suscitaron preocupaciones debido a la gran cantidad de bosque que se tuvo que despejar para llevarlo a cabo. Estos desafíos, combinados con la difícil situación económica de Turquía, llevaron a la empresa a acumular una deuda de casi 27 millones de euros, lo que resultó en la suspensión de la construcción.
Incluso cuando inversores y compradores abandonaron el proyecto, Sarot Group mantenía la esperanza de que esta ambiciosa visión de doscientos millones de euros pudiera algún día retomarse. Sin embargo, antes de la pandemia, que trajo consigo cambios drásticos en nuestras vidas, la empresa no podía prever la imposibilidad de continuar con el plan original. Los castillos quedaron definitivamente abandonados en ese momento, y en la actualidad, parece poco probable que el proyecto se retome.
Las calles de Burj Al Babas, flanqueadas por filas de palacios casi idénticos con detalles arquitectónicos góticos, permanecen desiertas y vacías, alejadas de la fase de paisajismo prevista. Actualmente, Burj Al Babas no es más que un conjunto de edificios vacíos y sin un solo castillo terminado, lo que lo hace poco habitable. Los espacios vacíos destinados a jardines le dan un aire sombrío y melancólico que recuerda a la posguerra. Aunque desde lejos podría parecer un escenario de cuento de hadas, al acercarse se torna más parecido a un mundo posapocalíptico. Las filas de edificios a medio construir, la vegetación que ha reclamado su espacio y la ausencia total de actividad dan la impresión de una ciudad devastada por la guerra, una imagen que nadie desearía contemplar cada mañana.
Sin embargo, cuando cae la nieve y cubre las calles con su manto blanco, los tejados de pizarra, diseñados para evitar la acumulación de nieve, resaltan con su tono gris oscuro, brindando una vista que se asemeja a un cuento de hadas y que podría haber sido la visión original de los creadores de este proyecto.
Por ahora, Burj Al Babas permanece como un conjunto de edificios abandonados, sin castillos terminados, y su futuro es incierto. Aunque no se descarta la posibilidad de que alguna empresa esté dispuesta a invertir nuevamente en esta ciudad de lujo de inspiración europea en Turquía, habrá mucho trabajo por hacer, ya que los edificios y los materiales de construcción han sufrido el paso del tiempo y la mala reputación del proyecto es un obstáculo difícil de superar.
La imagen de Burj Al Babas, con sus calles desiertas y castillos inacabados, parece destinada a permanecer en la memoria como una visión inolvidable de un proyecto ambicioso que nunca llegó a concretarse.