Existe un continente perdido, escondido bajo las olas.
Cuando se descubrió un octavo continente fue una gran noticia, ya que había estado «perdido» todo este tiempo.
Si te preguntas cómo es que el mundo tiene tantos continentes, déjanos explicarte.
El nuevo continente descubierto es Zealandia, también conocido como Te Riu-a-Māui, y de alguna manera nos las arreglamos para perderlo durante 375 años.
Bueno, más o menos.
Como habrás adivinado, la parte principal de este continente que podemos ver es Nueva Zelanda, y la razón por la que el resto se ha «perdido» es porque está en gran parte bajo el agua.
Este lugar fue «descubierto» por primera vez, mucho después de que la gente que ya vivía allí lo encontrara, en 1642, cuando el marinero holandés Abel Tasman zarpó desde Indonesia y encontró la isla del sur de lo que se conocería como Nueva Zelanda.
No fue hasta 2017 que se confirmó que el lugar era un continente propiamente dicho, aunque es el continente más pequeño del planeta y aproximadamente el 94 por ciento está bajo el agua, por lo que no se puede recorrer.
En cuanto a este nuevo e increíble descubrimiento, los estudios de las rocas y el suelo de Zealandia indicaron que el continente tenía alrededor de mil millones de años, lo que lo convierte en aproximadamente el doble de la edad que la gente pensó al principio.
El hecho de que este continente exista durante cientos de millones de años más de lo esperado es algo bastante sorprendente, y solo estudiando el lugar en sí podemos obtener una mayor comprensión del mundo que nos rodea y cómo solía ser.
El año pasado se terminó de cartografiar el continente de Zealandia y se calcula que hace unos 23 millones de años estaba sumergido por completo bajo el agua.
Dependiendo de cómo se quiera clasificar, es el microcontinente más grande del mundo o el más pequeño.
Dado que es seis veces más grande que el siguiente microcontinente más grande del mundo, Madagascar, parece que es mejor clasificarlo como el octavo continente propiamente dicho.
Los científicos pueden aprender mucho estudiando el suelo bajo nuestros pies y, a veces, bajo el mar, ya que puede decirnos todo tipo de cosas fascinantes.