En los últimos días aparecieron más de 30 ballenas muertas en la Patagonia. El hecho desconcertó tanto a los lugareños como a los expertos. Recientemente, un informe del Instituto de Conservación de Ballenas (ICB) anunció que las muertes se deben al fenómeno de la «marea roja» (hasta el momento se trataba tan solo de una hipótesis). El factor determinante habría sido una toxina letal para la fauna marina que, según los especialistas, crece en proliferaciones anómalas de algas: la marea roja.
Los investigadores del Programa de Monitoreo Sanitario Ballena Franca Austral (ICB y UC-Davis) llegaron a esta conclusión tras haber realizado necropsias a 6 ballenas en total, seleccionadas en función de su menor estado de descomposición.
De acuerdo con los reportes previos de veterinarios y biólogos del Programa de Monitoreo Sanitario Ballena Franca Austral, las ballenas examinadas se encontraban en condición corporal excelente, con un correcto espesor en su capa de grasa aislante y abundante presencia de grasa en cavidad abdominal y en diferentes tejidos internos.
Las 6 ballenas analizadas tenían contenido en el aparato digestivo que indicaba que se habían alimentado recientemente previo a su muerte. Pero ninguna presentó evidencias de lesiones anormales ni heridas traumáticas que expliquen su muerte.
Al analizar ese contenido, los cientificos fueron concluyentes: habían ingerido diatomeas Pseudo-nitzschia spp y/o dinoflagelados del género Alexandrium complejo catenella/tamarense, productores de biotoxinas capaces de causar la muerte de aves y mamíferos marinos, incluyendo grandes ballenas. Además también se habían registrado muertes en aves marinas y lobos marinos, en los que también se comprobó presencia de Toxina Paralizante de Moluscos en cantidades significativas.
Algo alentador es que desde el 10 de octubre no se han registrado nuevas muertes de ballenas. Paralelamente, hubo un marcado descenso en la abundancia de la especie productora de toxinas paralizantes en el plancton y en los niveles de biotoxinas en moluscos del Golfo Nuevo.
“Las ballenas y otras especies se han convertido en centinelas de la salud del mar, ya que pueden dar señales de alerta temprana de cambios en el ecosistema oceánico. La magnitud de la mortandad de ballenas adultas y juveniles de este año no se había registrado antes en la población de Península Valdés, y fue un evento preocupante para toda la comunidad. Resaltamos la labor de muchas personas, instituciones y organismos que permitió evaluar lo sucedido rápidamente y con gran solidez técnica. Es necesario seguir trabajando de manera colaborativa e integrada, para comprender mejor estos cambios ambientales en el escenario actual, y tomar las medidas que sean necesarias para mitigarlos y prevenirlos en el futuro.”
Dres. Marcela Uhart y Mariano Sironi, Co-directores del Programa de Monitoreo Sanitario Ballena Franca Austral