Si bien estamos increíblemente agradecidos por la importante entrega de trabajo que la gente ha estado haciendo durante la pandemia de coronavirus, no podemos evitar sentirnos un poco celosos de los clientes de un mercado en el vecindario de Tulipanes en Medellín.
Todos los días, Eros, un Labrador de color chocolate de ocho años, sube y baja los escalones del vecindario montañoso, llevando canastas de verduras, frutas y alimentos envasados a los clientes del mini mercado de El Porvenir. Él hace su trabajo noblemente, pidiendo solo golosinas a cambio de sus servicios.
Si bien no puede memorizar las direcciones de entrega, puede recordar a las personas.
«Conoce los nombres de cinco o seis de nuestros clientes», dijo a The Associated Press la propietaria de Eros, Maria Natividad Botero. «Así que envío la mercancía con un recibo en la cesta y mis clientes me pagan a través de una transferencia bancaria».
Pero el hecho de que los comestibles sean entregados por el perro no significa que los clientes puedan escatimar en la propina. «Es un gran glotón», dijo Botero. «No saldrá de tu casa hasta que le des un regalo».
Eros es un perro adoptado, traído a la familia a pedido del hijo de Botero. Cuando la familia abrió su mercado hace cuatro años, Eros comenzó a acompañarlos en sus entregas y memorizó los nombres de los clientes.
Mientras Colombia combate la pandemia de coronavirus, con más de 200,000 casos registrados por la Universidad Johns Hopkins, el gobierno ha impuesto restricciones sobre la frecuencia con la que los ciudadanos pueden salir a comprar alimentos, lo que hace de Eros un empleado esencial.
Pero él no es el único no humano que ayuda durante la pandemia. Sunny, un golden retriever en Colorado, ha estado entregando víveres a un vecino anciano que vive encerrado, informaron noticias locales en marzo. Y en San Diego, los perros de terapia se están conectando y trabajando para brindar apoyo emocional virtual a cualquiera que «necesite curación».