Un grupo de investigadores de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) ha desarrollado un innovador robot comestible y biodegradable que podría cambiar por completo la forma en la que se realizan estudios en entornos acuáticos.

Diseñado en forma de barco diminuto, este robot aprovecha la tensión superficial del agua para desplazarse, imitando el movimiento de algunos insectos. Pero su verdadero diferencial está en su composición y fuente de energía: está hecho con ingredientes comestibles y sostenibles, y funciona gracias a un combustible biodegradable que genera dióxido de carbono, lo que le permite impulsarse sin necesidad de baterías ni componentes electrónicos.
“En este trabajo demostramos cómo los materiales tradicionales pueden sustituirse por componentes completamente biodegradables y comestibles”, explicó Shuhang Zhang, uno de los científicos detrás del proyecto. A diferencia de los robots convencionales, este diseño no contamina y puede ser consumido por la fauna acuática al final de su ciclo de vida, ya que contiene alimento para peces con un 30% más de proteínas.

Además, los investigadores ya trabajan en integrar sensores biodegradables capaces de medir parámetros como el pH del agua, la temperatura, niveles de contaminación y presencia de microorganismos, lo que convertiría a estos robots en herramientas fundamentales para el monitoreo ambiental a gran escala.
Por su bajo costo, ligereza y carácter ecológico, se espera que esta nueva generación de robots pueda producirse en grandes cantidades y desplegarse en lagos, ríos y océanos, sin dejar huella… salvo la de la ciencia.