No solamente es la isla más grande de Grecia, sino también la más diversa y fascinante. La conjunción seductora de montañas y playas, llanuras y desfiladeros, pintorescas aldeas de pescadores y encantadores puertos venecianos se combina con la magia de sus ruinas legendarias y el amor mediterráneo por la buena vida. Son pocos los destinos que resultan tan completos y satisfactorios en todos los aspectos.
Es la tierra del legendario Minotauro y de la refinada civilización minoica. La isla que presenció el nacimiento de Zeus y de Doménico Theotocopulos, más conocido como El Greco. El lugar donde un joven Anthony Quinn se atrevió a bailar un sirtaki, que, por cierto, era una versión simplificada, creada específicamente para aquel Zorba el griego que no era experto en la danza. Todo esto es Creta. Un destino que invita a sumergirse en las historias del pasado antiguo. Un refugio para los exploradores de civilizaciones perdidas y los nostálgicos de dioses y poetas.
Sin embargo, la isla más grande de Grecia, bendecida con más de mil kilómetros de costa, también es un paraíso de la naturaleza. Un territorio repleto de extensas playas y calas remotas, montañas adornadas con desfiladeros y llanuras fértiles donde se elabora un delicioso licor de cereza. Todo esto, junto con sus pintorescos puertos que parecen salidos de los lienzos de Canaletto, convierten a Creta en el gran tesoro del mar Egeo. Ese mar que hoy vemos de un azul turquesa, pero que el mismísimo Homero imaginaba desde su ceguera con el color oscuro del vino.
Explorar Creta es sumergirse en los orígenes ancestrales en un lugar que no solo presenció el florecimiento de la refinada cultura minoica, sino que también acogió sucesivas civilizaciones que han dejado huella en el Mediterráneo. Por esta razón, la visita al Palacio de Knossos es imprescindible. Este fascinante yacimiento arqueológico permite apreciar la sofisticación de ese antiguo pueblo que estableció altos estándares en el arte y la ingeniería, además de estar impregnado de resonancias míticas que añaden un valor adicional a la experiencia.
Hace mucho tiempo, se cuenta la historia de un antiguo palacio que se remonta a unos 4000 años atrás. Se dice que este magnífico lugar fue el hogar del rey Minos, un descendiente de Zeus, y es escenario de un relato que se encuentra entre la historia y el mito. Este relato habla del famoso laberinto construido dentro de sus muros, con el propósito de ocultar al terco minotauro. Sin embargo, solo un valiente héroe llamado Teseo pudo encontrar una salida segura gracias al hilo proporcionado por Ariadna.
La fascinante historia de Creta también se refleja en sus bulliciosos centros urbanos, como Heraklion, la animada capital que fue el lugar de nacimiento de El Greco. El célebre pintor vivió allí antes de elegir Toledo como el sitio donde dar luz a su arte. Aunque la ciudad puede carecer de una armonía arquitectónica absoluta, es un lugar ideal para disfrutar de sus cafés, sumergirse en la actividad del puerto y visitar la imponente fortaleza de Koules. Además, su Museo Arqueológico, considerado uno de los más destacados del país, rivaliza incluso con el de su hermano en Atenas en cuanto a magnificencia.
Ninguna otra ciudad como Hania (también conocida como Chania) te transportará al tiempo detenido. Considerada por muchos como la más hermosa de la isla, esta encantadora localidad se extiende como una red de calles retorcidas que desembocan en el mar. Aquí, no solo se escuchan los ecos de las antiguas civilizaciones minoica, helenística y romana, sino también los susurros dejados por los venecianos y turcos que la habitaron en tiempos pasados.
Las fortificaciones, los faros, las casas con hermosos balcones y las prominentes mezquitas, como la de Jenízaros, conforman el escenario de una Grecia hedonista. El ambiente palpita en las acogedoras tavernas (sí, con «v») al calor de su gente cálida y hospitalaria, sumergiéndote en una experiencia única.
Rethymnon también es un lugar encantador, un puerto que conserva de manera excepcional el encanto de la ciudad de las góndolas y el estilo medieval que perdura desde la dominación veneciana. Sus decadentes casas han sido transformadas en elegantes tiendas y restaurantes, evidenciando la presencia de épocas más recientes. En su pasado, esta localidad fue el centro bohemio de Creta, atrayendo a intelectuales y artistas procedentes de Constantinopla, y ese espíritu todavía se respira en el ambiente.