«Vivimos en un barco hace un año y medio. Los días y las noches en el mar ya son la normalidad para nosotros: estar lejos de tierra, flotar; desembarcar como una misión de exploración o para buscar víveres; juntar agua de lluvia o de cascadas; pasar las 24 horas de todos los días juntos, con Juan y nuestro hijo Ulises, que en mayo cumple 4 años; estar con otros sólo cuando elegimos estar con otros; extrañar a la familia grande. Leer, dibujar, tocar la guitarra, jugar, trabajar en el barco, escribir. A esta altura del viaje creo que sabemos usar y aprovechar nuestro tiempo libre, y que tanto nuestras rutinas como nuestra casa son todo lo autosustentables que pueden ser» relata en una nota Constanza Coll, una periodista argentina que es más bien conocida por un particular proyecto de vida que la tiene como protagonista.
@el_barco_amarillo es el mejor apodo por el cual puedes referenciar a esta familia argentina que ha decidido dejar su vida en la ciudad de Buenos Aires para partir con destino incierto pero disfrutando el mientras tanto.
Ver esta publicación en InstagramUna publicación compartida por ⓒⓞⓝⓘ ⓒⓞⓛⓛ (@el_barco_amarillo) el
Justamente, el vehículo capaz de resguardarlos y transportar sus sueños es un barco amarillo que mide unos 9 metros y está compuesto de acero.
En cierta forma, cuando zarpamos elegimos el aislamiento para estar más entre nosotros y con la naturaleza, y eso se puede traducir en un buen entrenamiento para tiempos de Coronavirus«
Constanza Coll en La Nación
Esta familia no sólo zarpó en búsqueda de nuevas aventuras y nuevos lugares para descubrir, sino que también se inició en un camino hacia la adopción de nuevas maneras de vivir.
Ya no se trata de desayunos en un living comedor o de compartir unos mates en el balcón: ahora los ratos para saborear algún snack pasaron a ser en el cockpit, espacio del casco donde se suele acomodar la tripulación de un barco.
En diálogo con el medio argentino La Nación, esta familia recordaba la transición desde una vida «normal» en un hogar fijo a la vida nómade en el agua: «Antes de mudarnos al Tangaroa2 vivíamos en un departamento de tres ambientes en Núñez, de unos 60 metros. Nuestra casa quedó alquilada con todo lo que tenía adentro y nos trajimos al barco las cosas realmente necesarias, como documentos y seguro del viajero, ropa de verano, medicamentos, teléfono con roaming, juguetes para Ulises y protector solar. El Barco Amarillo tiene unos 10 m² entre afuera y adentro, una sexta parte de aquel departamento. Sin embargo, el espacio rinde y se agranda cada día que pasamos a bordo«.
Ver esta publicación en InstagramUna publicación compartida por ⓒⓞⓝⓘ ⓒⓞⓛⓛ (@el_barco_amarillo) el
Aún así, a pesar de estar lejos de todo, de igual manera el Covid-19 supo arrimarse a su vida. Una nota escrita por Constanza Coll revela: «El COVID-19 llegó hace poco a El Barco Amarillo, en Ilha Grande. Cuando la noticia viajaba desde China era en forma de memes o en titulares que nos traían los huéspedes que pasaban sus vacaciones a bordo con nosotros. Después fue Europa, y entonces llegaron los Whatsapps de amigos navegantes que están en el Mediterráneo, ¡qué locura! Pero de un día para el otro cerraron la isla en donde estamos, cancelaron los vuelos y hubo que salir a repatriar, y las playas quedaron desiertas, y los mercados empezaron a trabajar en horario reducido y a subir los precios. Cuarentena. Probablemente otros lo supieron antes, nuestra burbuja de mar nos aísla de los bichos, las malas compañías y las noticias, para enterarnos tenemos que tener la clara intención de enterarnos. Pero si bien muchas cosas cambiaron en el mundo, en Brasil, y específicamente aquí, las cosas siguen un curso más o menos normal arriba del barco«.
Un día normal de la vida a bordo se parece en casi todo a un día a bordo en cuarentena: nos levantamos con el sol, entramos al mar, Juan pesca el almuerzo con el arpón, jugamos o leemos en la cubierta, si queremos desembarcar buscamos una playa totalmente deshabitada para patear una pelota o jugar con arena, cocinamos, dormimos la siesta, dibujamos o hacemos disfraces con friselina y goma eva para Ulises. Nos vamos a dormir temprano.
Constanza Coll en La Nación
Ver esta publicación en InstagramUna publicación compartida por ⓒⓞⓝⓘ ⓒⓞⓛⓛ (@el_barco_amarillo) el
Pero, a pesar que suelen rodearse de un entorno paradisíaco, cabe recordar que claramente no todo es color de rosa. Una de las formas de sustento económico que ha encontrado esta familia es la de hacer paseos y hospedar turistas en su barco. Algo que, con la prohibición de circulación se ha visto un tanto complicado: «Nos quedamos sin trabajo hasta nuevo aviso. El planisferio viral, la cantidad de casos, las medidas políticas y la sensibilidad de las personas cambia día a día, y esa incertidumbre sobre el futuro nos preocupa en muchos sentidos, pero especialmente para los dos meses de embarazo que nos quedan, y para el parto en sí».
Sí, efectivamente. Constanza se encuentra en un embarazo bastante avanzado, y quizás este contexto de crisis sanitaria sea un momento un tanto preocupante para esta familia: «Venimos haciendo los controles de rutina desde Morro do Sao Paulo, en el Estado de Bahía, donde supimos de la llegada de nuestra segunda hija. Hicimos ecografías y análisis en cada puerto donde recalamos desde allá arriba hasta que llegamos a Angra dos Reis, donde decidimos esperar el nacimiento. Era una buena opción la maternidad Santa Casa de Angra dos Reis, que es pública y está acá a la vuelta; pero el intendente tomó la decisión de convertirla en un centro de atención exclusivo para pacientes con Coronavirus y mandar a todas las madres al Hospital General de Japuiba, donde hasta ahora nunca había nacido un bebé«.
Ver esta publicación en InstagramUna publicación compartida por ⓒⓞⓝⓘ ⓒⓞⓛⓛ (@el_barco_amarillo) el
Aún quedan alrededor de 60 días para la llegada de un cuarto integrante a El Barco Amarillo, por lo que sin prisa pero sin pausa podrán elaborar planes alternativos en busca de la mejor solución. Mientras tanto, como si se tratara de una metáfora, esta familia seguirá navegando, atravesando la marea, como si se tratara de afrontar los obstáculos más inesperados que puedan surgir en el medio del mar.
Si quieres conocer más historias como esta, ¡síguenos en Instagram!
Ver esta publicación en Instagram¿Conocen esta ciudad de México? Nos encantó ???????? ????
Una publicación compartida por Intriper (@intriper) el