«Además de proteger tu tarta de virus y bacterias, protégela de la cera de las velas. Sopla tantas veces como quieras, con tantas personas como quieras» reza el primer mensaje cuando entras al sitio web de Cubretartas.
Este emprendimiento español parece contribuir, de forma muy sencilla, a la adaptación de la experiencia de uno de los detalles más emblemáticos a la hora de festejar un cumpleaños, a pesar de celebrarse en el marco de una pandemia.
Si bien al respetar el distancimiento social, soplar las velas no constituye ningún riesgo particular, puede que estemos compartiendo hogar con personas de riesgo, frente a las cuales hay que mantener la mayor distancia social posible.
Esto último indicaría naturalmente evitar soplar las velas (en el caso de que luego todos los confinados decidan comerse el pastel). Y el motivo evidente de esta recomendación reside en que se trata de que estamos, inconscientemente, escupiendo sobre la torta. Pero como no hay fiesta sin pastel, Cubretartas propuso, como su nombre lo indica, un objeto ideal para evitar la transmisión de bacterias permitiendo también así cumplir con el ritual de celebración: cobertores que se ubican por encima del pastel y permiten apoyar las velas para evitar el contacto con el mismo.
¿Qué sucede al soplar las velas de un pastel?
Un estudio realizado en 2017 por Paul Dawson, profesor de seguridad alimentaria en la Universidad de Clemson, titulado ‘La transferencia bacteriana asociada a apagar las velas de un pastel de cumpleaños‘ permitió descubrir que el riesgo se hace más evidente ante el hecho de soplar las velas de un pastel, pudiendo aumentar la cobertura bacteriana de este en un 1400%.
En efecto, Dawson y sus colegas prescindieron de un pastel real y colocaron un trozo de papel de aluminio sobre una base de espuma de poliestireno en forma de pastel. Sus colaboradores pegaron velas, las encendieron y soplaron. También comieron pizza para estimular previamente las glándulas salivales, para que fuera lo más parecido a una fiesta real. Luego, el equipo diluyó el glaseado con agua estéril y lo extendió sobre placas de agar para que crecieran bacterias. Cada colonia que terminó creciendo en el agar representaba una célula bacteriana original del glaseado.
En promedio, apagar las velas aumentó la cantidad de bacterias en el glaseado en 14 veces. Pero en un caso, aumentó la cantidad de bacterias en más de 120 veces. Ante esto, sin dudas resulta muy acertada la idea de implementar un cubretartas para soplar las velas de un pastel en plena pandemia y sin riesgo de contagio.
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Un comentario
Vaya, que gran invento.. lo deberían de llevar a la NASA , increíble.