Increíble: tras la suspensión por tiempo indefinido del servicio de ferry en Hong Kong y la ausencia en sí de tráfico acuático, descubrieron que los delfines rosados han regresado a sus paseos bajo el mar… ¡en grandes cantidades!.
Al parecer, y según dan constancia los especialistas de la zona, los transbordadores de alta velocidad entre Hong Kong y Macao se detuvieron en el mes de marzo a fines de evitar la circulación de pasajeros y la posible propagación del coronavirus entre ambas zonas.
Afortunadamente para el mundo marino, desde aquel entonces, los delfines parecen haber aprovechado esta situación para zambullirse con total tranquilidad en el mar, ya que se ha registrado un aumento en el número de delfines jorobados del Indo-Pacífico que ha alcanzado el 30 por ciento.
Creímos que estas noticias ya habían quedado parte del pasado, pero no. Si bien la sorpresa que teníamos en meses como marzo y abril ante la aparición de especies que se encontraban «ocultas» resultaba importante, y muy importante a decir verdad, con el paso del tiempo fuimos acostumbrándonos de tal manera que dejamos de rescatar lo significativo de celebrar acontecimientos como estos en la naturaleza.
Se trata de ejemplares que pertenecen al delfín jorobado del Indo-Pacífico, o también identificado como delfín blanco chino o bautizado como delfín rosado debido a su color, una especie considerada en peligro de extinción. El hábitat natural del delfín rosado es el estuario del río Pearl, con los grupos más grandes agrupados alrededor de la isla de Lantau y Peng Chau
En diálogo con el medio internacional The Guardian, la Doctora Lindsay Porter, científica investigadora principal de la Universidad de St. Andrews, expresó precisamente que “fue la última semana de febrero, literalmente la semana después de que los ferries dejaron de viajar entre Hong Kong y Macao. He estado estudiando a estos delfines desde 1993 y nunca antes había visto nada como este cambio dramático, y lo único que cambió es que 200 transbordadores dejaron de viajar antes«.
Para constatar dicho escenario, la doctora Porter y su equipo se radicaron a bordo de un yate para poder realizar un estudio de la población de delfines rosados. A partir de entonces, los investigadores también pudieron aprovechar la falta de tráfico en el lugar para soltar micrófonos desde el bote y usar drones para monitorear a los delfines. Fue así como descubrieron que los delfines se sienten más relajados en ausencia de humanos.
“A partir de las observaciones visuales… los delfines rosados pasan mucho más tiempo socializando, chapoteando en la superficie, bastante juegos previos, bastante sexo … verlos pasar un buen rato, fue realmente genial de ver» concluyó la especialista miembro de la investigación.
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