En 2015, el gobierno egipcio anunció que iba a construir una nueva ciudad capital en el desierto para reemplazar a El Cairo.
La noticia inicialmente fue un shock: El Cairo es la ciudad más grande del mundo árabe y un importante sitio de patrimonio cultural e histórico. Sin embargo, debajo de la superficie se encuentra una tendencia familiar que ha afectado a la sociedad egipcia durante décadas.
Sobre el papel, la ‘Nueva Capital Administrativa’ es un medio para reducir el hacinamiento en el centro de El Cairo; un objetivo razonable teniendo en cuenta que la ciudad alberga a más de 20 millones de personas y tiene una densidad de población superior a la de Londres, Nueva York y Shanghái.
Sin embargo, la ciudad en sí no está diseñada para lidiar con la afluencia de personas que ha venido a albergar; las carreteras dentro del centro son estrechas y las propiedades son demasiado caras para que la mayoría de la población las pueda costear, lo que lleva a que surjan enormes franjas de barrios marginales y barrios marginales en los alrededores.
Aunque algunas de estas áreas se han convertido en cómodos barrios de clase media, muchos de estos distritos siguen superpoblados y empobrecidos, con muchos residentes viviendo en tugurios y chozas improvisadas.
El gobierno ha anunciado su intención de cerrar estos barrios marginales para 2030 y empujar a sus residentes a vivir en una serie de casas asequibles fuera de la ciudad. Pero los residentes de El Cairo no están contentos con eso.
En un intento por resolver la crisis de superpoblación, en la década de 1970, el entonces presidente de Egipto construyó una serie de nuevas ciudades en el desierto en un intento de atraer a la gente fuera de los barrios marginales. Pero la falta de viviendas asequibles significó que muchas de estas ciudades permanecieran vacías, ya que la gente prefería arriesgarse en El Cairo.
Con eso en mente, la Nueva Capital Administrativa parece dispuesta a continuar esta tendencia, con el gobierno anunciando sus intenciones de construir un nuevo parlamento y un palacio presidencial en el próximo asentamiento, junto con una gran cantidad de viviendas de lujo que no están disponibles para la mayoría de los egipcios comunes.
Pero ese no es el único propósito del proyecto.
En 2011, El Cairo fue central para la Primavera Árabe, con miles de manifestantes ocupando la plaza Tahir y las áreas circundantes durante varias semanas en un intento por derrocar al presidente Hosni Murbrak.
Una de las razones por las que tuvieron éxito se debió a las estrechas calles de El Cairo, que permitieron a los manifestantes tomar el control total de todos los principales espacios públicos de la capital y poner de rodillas al gobierno.
Sin embargo, después de que el actual presidente Adbel Fatteh el-Sisi asumiera el poder en 2013 tras un golpe militar, rápidamente se dedicó a desmantelar las condiciones que llevaron a la destitución de su predecesor.
Uno de sus primeros actos al llegar al poder fue organizar una represión de las protestas.
La Nueva Capital Administrativa es una extensión de esta racha autoritaria, con Sisi esperando que al sacar al gobierno de El Cairo y establecerse en una ciudad en gran parte desocupada, reducirá la efectividad de cualquier acción directa futura de los manifestantes haciéndoles más difícil. reunir
Junto con una presencia militar fuertemente armada en el área inmediata y varios cuarteles del ejército en las afueras, al trasladar al gobierno a 50 km de El Cairo a la nueva ciudad en el desierto, Sisi está creando una base que le permitirá defender su poder en caso de cualquier levantamiento futuro.